Justicia: 90 años después
En 1924, hace noventa años, el aborto terapéutico se hizo legal. Eso consta en el artículo 119 del Código Penal. Sin embargo, lo legal no fue real hasta el sábado pasado, cuando se publicó por fin la “Guía técnica nacional para la despenalización del procedimiento de atención integral de las gestantes en la interrupción voluntaria por indicación terapéutica del embarazo menor de 22 semanas” en El Peruano.
Como era de esperarse, representantes de la iglesia, encabezados Juan Luis Cipriani, no han dudado en afirmar que la publicación de esta guía constituye un paso para el aborto en todos los sentidos, que se está legalizando el asesinato y otras irracionalidades. Cabe, por tanto, especificar qué significa “aborto terapéutico”.
El aborto terapéutico es un mecanismo que busca preservar la vida de las gestantes cuando se encuentren con alto riesgo de muerte o con posibilidad de contraer un mal grave o permanente. El criterio fundamental de este protocolo, como se señala en la guía, es que “el esfuerzo del personal de salud de los establecimientos de salud en la atención del embarazo es primordialmente proteger la vida y la salud de la gestante y del feto. Sólo cuando el diagnóstico médico evidencie que está en riesgo la vida de la gestante, o para evitar en su salud un mal grave y permanente, se considerará la posibilidad de la interrupción voluntaria por indicación terapéutica del embarazo menor de veintidós semanas con consentimiento informado de la gestante.”
Sin embargo, como ha señalado la directora de la ONG Promsex, Susana Chávez, el aborto terapéutico no tiene nada que ver con el “aborto en todos los casos”, como alegan algunos. Se trata de un tema particular y distinto ya que no se cambia en absoluto la legislación por tanto, el aborto en los casos no contemplados en la guía publicada, siguen siendo considerados ilegales. Lo único que se ha hecho es garantizar que se cumpla la ley que hace noventa años era negligida. Es más, hay casos particulares como el del embarazo anencefálico (feto sin cerebro) que no son contemplados en la guía y se asocia directamente a consecuencias tanto físicas como psicológicas de la gestante y que no podrán ser calificados como parte del aborto terapéutico.
El nuevo protocolo que entró en vigencia el día sábado en todas los hospitales y clínicas del Perú, ha sido desarrollado con aportes y opiniones de diversas organizaciones como la Federación Latinoamericana de Sociedades de Obstetricia y Ginecología, el Colegio Médico, la Organización Mundial de Salud, entre otras. Se trata, además, de una demanda que miles de mujeres han luchado por obtener desde hace décadas. No se trata ni de un favor, ni de un cambio en la legislación, sino de la garantía que la ley sea cumplida. Por carecer de este protocolo, las víctimas han sido varias. El Ministerio de Salud estima que, al año, se podrá salvar la vida de, aproximadamente, 20 gestantes.
No obstante, como hemos mencionado anteriormente, hay una serie de casos no contemplados en esta norma ni en este protocolo. En estos momentos se encuentra en el congreso el proyecto de ley que busca despenalizar el aborto en casos de violación y diversas organizaciones se han sumado a ese pedido. Asimismo, los casos que tengan consecuencias psicológicas para las gestantes, como el caso del embarazo anencefálico, aún no son despenalizados.
Se trata de una lucha de sociedades que apuestan por la libertad de la elección y por el desarrollo de estados realmente laicos. Tenemos, en nuestro vecino del sur, Chile, un ejemplo en esa misma línea. Si bien, en dicho país ninguna forma de aborto es legal, la actual mandataria, Michelle Bachelet, ha asegurado que a fines de este año el aborto será despenalizado en el país. Es pues, una lucha que nos hermana y lo logrado este fin de semana es un primer paso. Nos toca ahora ir por más.
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