Victorias imaginarias
Quien puede lo más, puede lo menos, sostiene el dicho.
Hernando de Soto ya había revelado lo más –en el programa La Hora N, de Jaime de Althaus, el 2 de mayo de 2011–: que Osama bin Laden, había sido “agarrado” gracias a “la titulación” que promueve y gestiona el ILD.
Tres años después, el pasado domingo 11 de mayo, el Dominical de El Comercio, ofreció otra revelación sensacional: que Sendero había sido derrotado y que Abimael Guzmán había sido capturado gracias a las reformas que impulsó el ILD y a la estrategia diseñada por el presidente de esta institución, Hernando de Soto.
¿Y cómo logró De Soto esas dos decisivas victorias en la lucha contra el terror islámico y la insurrección maoísta?
El 30 de marzo de este año, De Soto explicó por lo menos lo segundo en un artículo –“La nueva clase media nació en Ayacucho”–, de ambicioso alegato: que la hasta entonces desconocida estrategia de ILD (creada y jefaturada por De Soto, por supuesto), había vencido a Sendero Luminoso.
Y el domingo pasado, en un despliegue virtualmente hagiográfico, el Dominical de El Comercio remachó “la historia detrás de la historia” de “la victoria del Perú sobre el terror” que fue posible, según indica “gracias a las reformas que derrotaron al terror y nos llevaron al despegue económico”.
¿Cómo relata de Soto la “historia detrás de la historia” de su estrategia? En resumen, así:
– “En defensa de los valores de la clase media incipiente, en 1984 unos 20 mil campesinos ayacuchanos se organizan en comités de defensa antisubversiva (Decas; pasan a la ofensiva [y obligan] a SL a refugiarse en las alturas”
– “En 1988 los campesinos ya tenían claro que la raíz de sus problemas era la ilegalidad de sus organizaciones. Ser ilegal en tiempos de guerra suponía graves problemas […]. No era posible para el Estado contar con información para distinguirlos de los terroristas”.
– “El Estado no podía apoyarlos abiertamente. ¿Cómo podía aliarse con ilegales?”
Ahí, De Soto menciona la ‘recategorización’ que promueve el ILD y eso significó, según él, que “…el Perú decidió jugar ajedrez y dispuso las piezas para poner en jaque al terror”.
– Según De Soto, “Guzmán reconoce el jaque” y se da cuenta que está “siendo derrotado por organizaciones campesinas recategorizadas” y que ello obedece a un plan, que ha sido “concebido e implementado por Hernando de Soto, agente directo del imperialismo yanqui [que] […] apunta contra la guerra popular y busca aniquilarla”.
– Afirma De Soto que cuando “Abimael Guzmán se trasladó a Lima –vencido en el campo […} encontró que sus potenciales reclutas urbanos estaban siendo recategorizados […] se quejó de que la recategorización del ILD estaba ‘alejando a los jóvenes de la guerra popular’”.
Esa es la narrativa de De Soto. Aunque vaga e imprecisa, afirma audazmente que algo sin articulación visible de causa y efecto, tuvo un resultado casi mágico en derrotar al senderismo.
Sería muy interesante si fuera verdad. Pero no lo es.
"¿Y cómo logró De Soto esas dos decisivas victorias en la lucha contra el terror islámico y la insurrección maoísta?"
Veamos algunos de los errores en esa alucinante narrativa.
• Formalidad: una buena parte de los primeros comités de autodefensa no tenía problemas de formalidad desde antes del inicio de la violencia. En la zona de Iquicha, por ejemplo, la reforma agraria de los ’70 permitió a los iquichanos (Huaychao, Uchuraccay) adjudicarse las tierras en las que antes trabajaron como peones. Aunque asociados, cada familia tenía parcelas propias.
• Los primeros grupos de autodefensa se organizaron y actuaron desde 1983 tanto en la muy pobre Iquicha como en la relativamente próspera Huancasancos. Pero en todos los casos se trató de comunidades formalizadas desde mucho antes del inicio de la insurrección.
• Los Decas fueron una forma de organización de autodefensa campesina propia del valle del río Apurímac, con características únicas de organización militar, independencia y espíritu combativo. Por pertenecer a zonas de colonización y asentamiento, la informalidad registral fue muy frecuente, y no afectó en absoluto la excelente organización logística y operativa de los Decas. Parte de su armamento, además, provino del comercio de la coca y derivados.
El nombre DECAS (Defensa Civil Antisubversiva) fue adoptado luego de que lograran establecer una sede central y comando supremo de todo el Valle en Pichiwillca, bajo la presidencia de Antonio Cárdenas.
• Las unidades de autodefensa crecieron a partir de 1984 en varias partes de Ayacucho. Los grupos formados por la FFAA se llamaron Comités de Defensa Civil Antisubversiva y tuvieron características muy diferentes a las de los Decas, incluyendo su débil armamento y su subordinación a la FFAA. La mayoría de sus integrantes estaban censados y si no tenían mejor armamento es porque la FFAA tuvo como política en esos años el no darlo, para mantener el monopolio de la fuerza. Ello tuvo nada que ver con formalidad o falta de ella, con presencia o ausencia de registro, sino con un determinado tipo de práctica contrainsurgente.
• Los grupos predecesores de los Decas: los Montoneros de Anchihuay y Chiquintirca, que se levantaron desde fines de 1983, provenían de comunidades tituladas, registradas y organizadas por largo tiempo. Anchihuay tenía reconocimiento legal desde 1952 y Chiquintirca desde 1951. Nadie tuvo que “recategorizarlos” ni formalizarlos, porque ya lo estaban.
• Abimael Guzmán no se “trasladó a Lima” porque pasó casi toda la guerra en ella, con salidas ocasionales. La razón de su permanencia en la ciudad se expresa en una palabra: “policitemia”, la enfermedad de la sangre que le impedía vivir en la altura.
• Es más que discutible que SL se hubiera trasladado a Lima “vencido en el campo”. Aunque es un hecho que perdió la guerra en el VRAE y en algunos otros distritos, su expansión por otras áreas del territorio nacional fue mayor. Al concentrar buena parte de sus operaciones en Lima, Sendero devastó a las organizaciones populares desarmadas. La resistencia heroica de dirigentes como María Elena Moyano no cambió el curso de las cosas. Lo que sí lo cambió fue la acción del GEIN.
• En suma, el efecto que tuvo De Soto y el ILD durante la insurrección senderista, se centró en el abierto desafío intelectual que supuso la publicación de “El otro Sendero” y su inteligente gestión en promover un capitalismo popular. También tuvo un papel en tratar de ofrecer una estrategia alternativa en la lucha anti-drogas, (la iniciativa del “ADA”), que, como sucede con las iniciativas del ILD, empezó con gran despliegue publicitario, pero terminó disolviéndose eventualmente en la irrelevancia.
Creativo, inteligente, pulido, con indudable talento para el pensamiento original y la persuasión argumental, De Soto logró una considerable presencia e influencia desde la década de los 80 del siglo pasado. Su incursión en el debate de ideas, no siempre rigurosa, fue provocativa y muchas veces acertada, aunque su mayor talento, en mi opinión, fue el de propagandista de sus posiciones, sus campañas y de sí mismo.
Junto con ello, la trayectoria pública de De Soto tiene varias sombras. Desde un manejo de la propiedad intelectual que condice poco con sus ideas sobre la formalización y el registro (la disputa que lo enfrentó con los coautores de “El otro Sendero”; y la denuncia probada de plagio al académico Michael Coppedge; hasta el asesoramiento a tiranos como Gaddafi o dictadores como Fujimori).
Luces intelectuales y sombras conductuales: no se trata de algo del todo inusual. Pero lo que resulta realmente intrigante es tratar de comprender qué tipo de cálculo o de compulsión del ego, lo lleva a presentarse como protagonista central, hombre providencial y hasta vencedor de una guerra interna en la que no tuvo más que una presencia secundaria; cuyo impacto en el nudo y desenlace de ese conflicto fue, si acaso, el de un interesante actor de reparto♦
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