Homilía del Arzobispo Metropolitano de
Piura
en la Fiesta de la Sagrada Familia y por los
en la Fiesta de la Sagrada Familia y por los
Niños y Niñas víctimas del Aborto que
fallecieron durante el Año 2013
fallecieron durante el Año 2013
Muy queridos hermanos y hermanas en
Jesús, el Divino Hijo de Santa María:
El día de hoy, domingo después del
Nacimiento del Señor, celebramos la fiesta de la Sagrada Familia de Jesús,
María y José. De esta manera la Iglesia nos recuerda que el Hijo de Dios que se
encarnó en María la Virgen, nació en el seno de un hogar, para enseñarnos que
la familia es la institución dispuesta por Dios para la venida a este mundo de
todo ser humano. Por ello la familia es “patrimonio
principal de la humanidad”[1]
y “motor del mundo y de la historia”.[2]
La
familia: lo más grande que posee toda persona
La
familia no es la suma de los miembros que la conforman, sino una “comunidad de personas”[3]
que tiene una consistencia autónoma propia. Es el espacio donde se aprende a
amar y se experimenta lo que significa ser amado; es el ámbito donde se acoge y
defiende la vida desde la concepción hasta su fin natural; es el lugar donde se
aprende a vivir el encuentro, la comunicación interpersonal y el diálogo.
Es
en el hogar donde se educan los futuros ciudadanos y donde el patrimonio espiritual
e incluso físico de la Patria pasa a nosotros. Es en la familia donde somos
formados en nuestra fe cristiana y católica y así aprendemos a conocer, amar y
seguir a Jesús, y en el Señor aprendemos a reconocer y defender la dignidad de
cada persona, de modo particular de la más frágil, de la más débil, como la
concebida no nacida, la enferma, la anciana, la marginada. No hay nada que pueda sustituir el valor formativo de
crecer en un ambiente familiar bien constituido. La familia fundada en el
matrimonio entre un varón y una mujer, es lo más grande que posee toda persona
humana.
El Evangelio de hoy nos muestra cómo el Verbo eterno del Padre, se
hizo hombre y nació de una mujer en el seno de una familia estable, donde San
José, el casto esposo de Santa María Virgen, cumple la misión de ser el padre custodio
del Niño Dios. Si bien nos conmueve ver que el Hijo de Dios y de Santa María,
nace en la más absoluta pobreza material, en un lugar reservado a los animales,
“porque no había lugar para ellos en la
posada” (Lc 2, 7), nos consuela constatar que nació en una riqueza mayor: rodeado
del amor incondicional de su madre María y de su padre San José. Y es que
ninguna pobreza y problema es capaz de doblegar a una familia cuando en ella
reina la unidad en el amor entre sus miembros: papá, mamá e hijos. Con finas y precisas
descripciones, San Mateo nos presenta en el Evangelio de hoy a una familia en
la que el padre, San José, tiene la responsabilidad de velar por su esposa y
por su hijo, y por ello toma las decisiones para cumplir cabalmente con su misión.
Hasta en cuatro ocasiones se nos
dice que es San José “quien toma al niño
y a su madre” (ver Mt 2,13-14.20-21). A su vez la madre Santa María, vela
por la vida de su Divino Hijo recién nacido
prodigándole su ternura y amor, su dedicación y cuidado. Sin lugar a
dudas el amor fiel bendecido por el matrimonio – sacramento, constituye el
ambiente adecuado para que un hijo nazca, crezca y se desarrolle adecuadamente.
Todo hijo tiene derecho a una familia estable donde sea amado
Hace pocos días visitaba con ocasión de la Navidad, a los niños y
enfermos del Hospital Cayetano Heredia de nuestra ciudad. Particular dolor
sentí cuando al administrar el sacramento del bautismo a varios niños recién
nacidos, los doctores y enfermeras me presentaron a un bebe que había sido
abandonado por sus padres. Al bautizarlo le puse el nombre de Jesús María. Sin
ánimo alguno de juzgar a nadie, considero que no hay razón que justifique una
decisión de esta índole. Todo hijo tiene derecho al amor permanente de su padre
y de su madre. Abandonar a los hijos, privarlos del amor paterno y materno y
del ambiente de una familia es algo antinatural. Lo natural es que los padres
cuiden, den sustento y eduquen a sus hijos.
Naciendo en una familia
estable, en la que se vive la unidad en el amor, Jesús el Hijo de Dios, nos
enseña que los hijos tienen el derecho de ser engendrados, nacer y crecer en una
familia fundada en el matrimonio, es decir en el seno de un hogar donde los
padres se aman y son una sola cosa.
Los hijos para su crecimiento integral, necesitan contar con su
padre y con su madre para que cuiden de ellos y los acompañen hacia la plenitud
de su vida humana y cristiana.
Desde aquí hago un llamado a los padres de Jesús María para que
recapaciten y vayan en busca de su hijo que los espera y necesita. Si tienen
algún problema o necesidad no vacilen en buscarme a mí o a cualquier sacerdote
o religiosa en cualquier parroquia o comunidad, que estaremos prontos y
dispuestos a ayudarles. Recordemos que “cada
niño que nace nos trae la sonrisa de Dios y nos invita a reconocer que la vida
es don suyo, un don que es preciso acoger siempre con amor y conservar con
esmero en todo momento”.[4]
No a la convivencia
Quiero ahora dirigirme a
aquellos que conviven sin estar casados y que en el Perú son una significativa
cantidad. Aquí en Piura entre la población de 17 y 35 años, el número de
convivientes es mucho mayor que el de los casados. A ellos de manera especial les
digo que es hora que se casen, que reciban el sacramento del matrimonio. La
convivencia fuera del matrimonio es un pecado grave. La familia se funda en el
matrimonio, es decir en esa comunión de vida y amor entre un hombre y una
mujer, con sus notas peculiares de exclusividad, fidelidad, permanencia en el
tiempo y apertura a la vida. El matrimonio hace más sólida la unión y el
compromiso de los esposos, así como su solicitud y cuidado por sus hijos.
Sólo
un ámbito de fidelidad realmente sólido como el matrimonio, es el adecuado a la
dignidad de la convivencia humana. Sólo un ámbito de fidelidad realmente sólido
como el matrimonio es el apropiado para engendrar y educar a los hijos que
esperan contar con la presencia y el amor incondicionales de sus padres. Con el
Papa Francisco quiero también decirles con sinceridad, “que no es fácil ir por este camino, pero es muy bello este camino, muy
bello. Hay que decirlo…El secreto de todo esto es la presencia de Jesús en la
familia. Propongamos por lo tanto a todos, con respeto y valentía, la belleza
del matrimonio y de la familia iluminados por el Evangelio.[5]
Oremos
por los niños y niñas abortados en el año 2013
El
Evangelio de hoy, domingo de la Sagrada Familia, nos presenta la triste figura
del rey Herodes quien quiere matar al Niño Jesús. Por ello ante la amenaza de
la vida del niño, el Ángel le ordena a San José: “Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto y quédate
allí hasta que yo te diga, porque Herodes está buscando al niño para matarlo”
(Mt 2, 13). Sabemos cual fue el trágico fin de la historia: “Herodes entonces, cuando se vio burlado
por los magos, se enojó mucho, y mandó matar a todos los niños menores de dos
años que había en Belén y en todos sus alrededores, conforme al tiempo que
había inquirido de los magos” (Mt 2, 16).
Mi
pensamiento se dirige también hoy a los millones de niños y niñas abortados en
el mundo entero, y también en Piura y Tumbes, genocidio de nuestros tiempos. Digo
genocidio porque el aborto como lo constatamos con dolor hoy en día en el
mundo, es el asesinato premeditado y sistemático
de los niños por nacer. Los muertos causados por los regímenes totalitarios
y por los diversos conflictos armados en
el pasado siglo XX son de aproximadamente 200 millones. Sin embargo hay una
matanza -que continúa en la actualidad- que ha producido más de mil millones de
víctimas y de la que nadie quiere hablar: el aborto. “El mayor genocidio del siglo XX no ha tenido lugar en
una guerra, en los gulags o en los campos de exterminio. Es una matanza, de más
de mil millones de víctimas inocentes, de la que nadie habla: el aborto”. [6]
En
nuestros tiempos hay una gran preocupación por el cuidado de la creación, del
medio ambiente, de la ecología y ello es correcto y necesario. Hace poco veía
en un portal de Internet una campaña para salvar la vida de los orangutanes en
el África mediante la protección del medio ambiente donde viven el cual está
siendo depredado irracionalmente, haciendo que centenares de estos animales
mueran por no contar con su habitar natural que les provee de su
alimentación. Pero me pregunto: ¿No es
el ser humano infinitamente mayor en dignidad a los orangutanes? ¿No es cada
ser humano, en cualquier fase o condición de su vida “imagen de Dios”? ¿No es
acaso la persona humana la única criatura terrestre a la que Dios ha amado por
sí misma y llamada por tanto a su amistad y a compartir su vida divina y
eterna? ¿Cómo entender que haya una legítima preocupación por el medio ambiente
y los animales y no haya al mismo tiempo una defensa absoluta al niño por nacer
en ese primer ámbito de la ecología
humana que es el vientre materno?
Si
en cada ser humano en cualquier etapa y condición de su vida resplandece un
reflejo de la misma realidad de Dios, entonces la vida humana desde la
concepción tiene un carácter sagrado e inviolable. El aborto no es y no puede
ser un derecho humano, es todo lo contrario, y además es una profundísima herida
social. Mi oración va esta noche a los millones de niños y niñas abortados, es
decir asesinados. Los encomiendo a la misericordia de Dios Padre para que los
tenga junto a Él.
También
rezo por los “nuevos herodes” que no vacilan en arrodillarse ante el dios
dinero e invocando una falsa promoción de la mujer y de su dignidad promueven
hoy en día el aborto. Rezo al Señor por su conversión y arrepentimiento. A ellos
les digo que en sus manos tienen dinero sangriento y que aún están a tiempo
para arrepentirse y cambiar de camino antes de que el Señor el día del juicio les
diga: “¿Qué has hecho? La voz de la
sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra” (Gen 4, 10).
A
las mujeres que tienen por delante la tentación de abortar les imploro que no
lo hagan. No hay razón alguna que justifique la supresión de una vida humana,
sea ésta de índole económica, social o personal. La vida que es obra de Dios,
no se debe negar a nadie, en especial al más indefenso y pequeño de todos que
es el niño por nacer, mucho menos cuando tiene graves discapacidades.
A
ti que llevas un hijo en tus entrañas y estás angustiada y confundida, te ruego
que no le quites la vida a tu hijo. Las que lo han hecho han vivido después un infierno de
remordimiento y de dolor que no tiene cuándo acabar. Te aconsejo que busques en el
sacerdote, la religiosa o en el laico cristiano comprometido, consejo,
consuelo, orientación.
Finalmente
encomiendo en este día a todas nuestras familias a la Santísima Virgen María,
Madre de Dios:
Virgen Madre de
Dios, que con tu esposo San José y tu Divino Hijo Jesucristo formaste el hogar
de Nazaret, haz que nuestras familias sean cenáculos de fe y de amor, y
santuarios de la vida de donde surjan muchas vocaciones sacerdotales y
consagradas.
Mantén unidas a
nuestras familias; que en ellas reine la paz y la concordia, que en ellas reine
por siempre Jesús; y que sea el diálogo paciente y la capacidad de entrega
sostenida por la gracia, lo que las ayude a disipar siempre las dificultades y a
superar los problemas.
Que así sea. Amén.
San
Miguel de Piura, 29 de diciembre de 2013
Fiesta
de la Sagrada Familia
Octava
de Navidad
X JOSÉ ANTONIO
EGUREN ANSELMI, S.C.V.
Arzobispo Metropolitanos de Piura