Sin ánimo de lucro | El concepto del ‘negocio’ en la visión de Ollanta Humala
Por Augusto Álvarez Rodrich
De manera salpicada, el presidente Ollanta Humala ha estado ‘discurseando’ en los últimos días contra un eje central de la economía de mercado que, mal que bien, su gobierno se empeña en continuar.
Prestarle atención a las declaraciones de los presidentes es útil pues en su entrelínea suele estar la clave oculta para identificar lo que realmente está en sus cabezas y proyectar qué quisieran hacer en el futuro.
Empezó con la salud en el contexto de la reforma que el gobierno está lanzando y que, según el Ministerio, busca promover una interacción con el sector privado.
En un foro sobre la salud, el Presidente dijo la semana pasada que “tenemos que ordenar esto, porque la salud no es un negocio, la salud es un servicio y así tiene que ser, y este gobierno va a defender la salud como servicio, no como negocio”. Va una.
De otro lado, sobre la educación y la ley universitaria, el presidente Humala también se ha referido recientemente de un modo crítico al componente del ‘negocio’:
“No podemos aceptar universidades que son caja chica de un partido político, que responden a intereses de diferentes partidos, o con esta ley que se dio en la universidad-negocio. Eso es mentira, los están estafando. No vayan a universidades de medio pelo”. Van dos.
Y unos días después, en el contexto de que su popularidad cayó al nivel más bajo de su gobierno, Humala disparó contra la televisión con un argumento de tono parecido:
“Los medios de comunicación también deben contribuir a la educación porque la televisión debe comunicar valores. ¿Hasta qué punto la televisión debe ser un negocio para simplemente pensar en el rating como la principal bandera y poner cualquier cosa con tal de generar rating, aprovechando el morbo y la humillación de la gente?”. Van tres.
Será porque proviene del mundo militar, el cual se financia del presupuesto público y sin un ánimo de lucro, o porque una parte del disco duro del cerebro presidencial está formateado en los setenta, pero lo cierto es que el presidente Humala tiene una percepción negativa sobre la utilidad empresarial, la cual saca a relucir cuando observa un comportamiento que, en su opinión, es indebido en la empresa privada.
Esto es un error, pues es obvio que el negocio, y la búsqueda de una utilidad creciente, sí es compatible con un ejercicio responsable de la actividad empresarial.
Es el mismo sentimiento que el presidente Humala tuvo cuando, al inicio de su gobierno, presionó por un impuesto extra a la minería conocido como el ‘óbolo’ o cuando, como candidato, se reunió en el 2010 con los banqueros de Wall Street y, para su horror, les dijo que “toda ganancia superior a 20% es ilegal”.
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