ENTRE LA HUACHAFERÍA MEDIÁTICA Y LOS POLÍTICOS DEL FUTURO
De: Carlos Javier León Ugarte
El peruano es simpáticamente complicado al momento de opinar, tal vez yo mismo lo sea ahora en este momento al escribirles esta humilde opinión, tal vez sea la desnutrición informativa que adolecemos, tal vez, digo, solo por decir, la desinformación televisiva que a veces nos embrutece o nos hace prevalecer criterios débiles sobre uno u otro tema. No lo sé, quizá haya algo en el agua o en el ambiente que desnuda nuestra ignorancia en las conversaciones entre amigos, en las redes sociales o donde se quiera opinar.
Lo cierto es que tonterías, opiniones desatinadas y poco pensadas, débilmente elucubradas y fantásticas las decimos a diario, y eso es una realidad que nos sobrecoge de manera instantánea, muy regular y espontánea, tanto que ya no nos sorprende nada.
Bajo este paraguas poco sesudo, muchas personas ya sea en el autobús, el taxi, en los ascensores, en el comedor de la oficina, en el parque, el vecino de al lado que celebra cada fin de semana qué se yo, y en donde sea; han logrado formular a empeño y patadas, la “excelentísima” posibilidad, más bien diría la trasnochada dicotomía, de que la solución presidencial para el 2016 está entre Natalia Málaga y Gastón Acurio.
Su escatológico verbo fluido, lumpen y muy barraconero, ese lenguaje que espantaría desde la beata que se rompe el pecho cada domingo hasta a “Canevo”, y peor aún, su malintencionado movimiento gestual, acondicionado a esa virilidad poco común en una fémina (cuándo no los machistas), adaptado a una hormona aun no identificable entre los científicos, hacen que la ex voleibolista, hoy entrenadora de las matadorcitas, sea una de las preferidas de medio país.
Al otro extremo, el apetecible y casi intocable cocinero de platillos que tanto nos engordan, nos gustan y claro está, de pasadita, que nuestro organismo revuelca cada vez que su sazón, bien sazonada y extremadamente condimentada ingresa a nuestros paladares. Empresario exitoso que no tuvo mejor idea que promover su rubro empresarial a costas de nuestros antojitos, y que como debe ser, no deja de inaugurar locales por todo el mundo, negocio redondo, esto sin contar tu inalcanzable carta pase para poder mostrarte en mistura.
Dos átomos polares unidos para el deleite del peruano común y silvestre, ese de a pie que lee “El Trome” y sonríe cada noche con “Al Fondo Hay Sitio”: la comida peruana y la lisura. Dos variantes unidas y suficientes para candidatear y aspirar con razón idónea a las elecciones presidenciales venideras, para infortunio de Nadines, Acuñas y Keiko Sofías.
Los coleguitas de ciertos diarios, afiebrados por las encuestas del imaginario colectivo propio del Macondo de García Márquez, no dudan en sonreír socarronamente mientras ven el titular pasando por sus rotativas: Gastón y la Mala Mala rumbo al 2016. Epifanía o cuento de hadas para distraer las “perlitas” de Lopez Meneses. No sé, tal vez sí, tal vez no, pero el pueblo, ya se lo creyó.
Es cierto que la política y muchos políticos han facilitado que la mente de los peruanos vuelen con estas propuestas, que duerman cómodamente como bebés pensando en un futuro esperanzador viendo a Natalia Málaga juramentando en Palacio entre ajos y mentadas de madre, qué fervor para los que mandan a sus hijos a comprar cerveza a la bodega de la esquina. O a Gastón decretando la creación del ministerio de la chanfainita. Sí pues, tal vez ellos tengan la culpa que hoy el futuro del país esté entre Natalia y Gastón.
¿Qué hacer? Partidos más fuertes y sostenibles, con discursos modernos y renovación de cuadros, con ideas frescas basadas en temas ambientales, sociales y de equidad e independencia. Democracia en todas sus elecciones internas, y sobre todo, oportunidad para escuchar y proponer. Tal vez la posibilidad del retorno a la bicameralidad sea una opción que analizar seriamente.
Cambiar la imagen de los políticos será difícil, no lo duden, pero ese trabajo arduo que nos toca a los que estamos ligados a la política de alguna forma será nuestra obligación a partir de ahora, será imperante en cada cosa que hagamos, solo por el futuro de nuestros hijos y de este país que se embrutece a diario con los titulares mañaneros. Solo así, evitaremos cada desmadro propositivo que ofende, y solo así evitaremos que tal vez un día, no muy lejano tal vez, aparezcan desfachatados como siempre, esos musculositos descerebrados de “Combate” y “Esto es Guerra” y nos incendien la palestra como candidatos presidenciales en un estrado imaginable, ante la algarabía de los aplausos ensombrecidos, con un decreto supremo que obligue a cambiar el gym por las escuelas, bajo el lema infernal y aterrador de “Arriba los bíceps, abajo la inteligencia”, Para reflexionarlo. ..Que así sea.
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