domingo, 8 de diciembre de 2013

MANDELA HOMBRE EXTRAORDINARIO DEL SIGLO XX

MANDELA


Fue un hombre sencillo, modesto y, a la vez, extraordinario. Le tocó vivir una época brutal y sobrevivió a ella, sin envilecerse, para transformarla profundamente y transformar a sus contemporáneos, tanto amigos como adversarios. A lo largo de su vida y de su indeclinable lucha, construyó una fuerza que venció a un régimen de odio, armado hasta los dientes, por su superioridad moral.
El apartheid establecido por una minoría racista en Sudáfrica convirtió la discriminación en el fundamento del Estado. A través de una legislación delirante, sistematizó el prejuicio, el desprecio y el odio por cuestión de color de piel: las “razas” debían desarrollarse separadamente, sin “contaminarse”. Para imponer el esquema político racista, el Estado mantenía uno de los ejércitos más poderosos y mejor armados del mundo. Y para asegurarse el dominio del país, disponía de un sistema de represión que practicaba sistemáticamente la tortura y el asesinato.
Ante el crecimiento de la población oprimida, los racistas optaron por proclamar falsos “estados independientes”, que en realidad eran reducciones donde se concentraban núcleos de población nativa, a quienes de ese modo se les privaba definitivamente de la nacionalidad sudafricana. Los bantustanes. Estados inviables, títeres, cuya población necesariamente estaba a disposición de la minoría racista como fuerza laboral explotable.
Esta es la Sudáfrica en la cual creció y en la cual luchó Madiba, llamado en la vida pública Nelson Mandela. Desde muy joven se puso en la línea de crítica y combate frontal al apartheid. Sus llamados a la desobediencia civil, a la democratización del país, a la igualdad de derechos para todos, terminaron por convertirlo en un perseguido del régimen racista. Apenas había cumplido 40 años cuando fue sentenciado a cadena perpetua, vaya ironía, como “traidor a la patria”.
Pasó casi tres décadas en la cárcel con la perspectiva de morir en ella. Pero no renunció a sus convicciones ni a su lealtad a la causa del pueblo sudafricano. Y desde la prisión se fue convirtiendo en un faro que guiaba la lucha del pueblo y concitaba la solidaridad del mundo. Rehén de una cárcel destinada a quebrantarlo, él supo convertirla en el acicate de su invencible fuerza moral, reclamando incansablemente democracia, igualdad, derechos y diálogo.
Resistió y venció. El régimen racista crujió y reconoció su inevitable ruina. Después de 27 años de encierro, el gobierno decidió abrirse al diálogo con su prisionero, ya anciano. Madiba, leal a los ideales e intereses de su pueblo, aceptó el reto y en el pulseo que siguió logró con gran habilidad el desmantelamiento del apartheid.
Y fue entonces, en su gloriosa y lúcida ancianidad, que se alzó como el gran estadista de nuestro tiempo. Pudo haber impuesto su dictadura personal, pudo haber buscado desquite personal o étnico, pudo haber consolidado su liderazgo apelando a las peores pasiones, como suelen hacer los políticos. Pero no él. Mandela fundó la democracia en Sudáfrica, estableció la plena igualdad de derechos para todos, sin excepción, gobernó solo un periodo presidencial, dando paso a nuevos líderes, pero, sobre todo, creó la posibilidad de una nación sudafricana donde conviven todas las sangres y todos los colores del arco iris
.

No hay comentarios:

Publicar un comentario