viernes, 20 de septiembre de 2013

EL PAPA HABLA CLARO

En la foto el padre Antonio Spadaro, SJ, entrevistador, con el Papa Francisco.
A propósito de la entrevista realizada al Papa Francisco, publicada simultáneamente por 16 revistas de la Compañía de Jesús la mañana del 19 de septiembre de 2013, y luego variadamente presentada por la prensa internacional, ha sucedido lo que alguien irónicamente comentó en Twitter: «El Papa es como las elecciones: todos arriman los resultados a su terreno».

Y los «resultados» han sido estos: The New York Times titulaba «El Papa dice que la Iglesia está obsesionada con los gays, el aborto y la anticoncepción» («Pope Says Church Is ‘Obsessed’ With Gays, Abortion and Birth Control»); la BBC iba en la línea del periódico neoyorquino y titulaba la noticia «Papa Francisco: la Iglesia está demasiado centrada en los gays y el aborto» («Pope Francis: Church too focused on gays and abortion»).

Otra de las grandes cabeceras internacionales, The Washington Post, se aventuraba un poco más en su titular: «En entrevista, el Papa Francisco establece una nueva dirección para la iglesia» («In interview, Pope Francis sets a new direction for the church»). The Washington Times y Associated Press reducían a esto la entrevista: «Papa Francisco: la Iglesia católica debe encontrar un nuevo equilibrio entre los homosexuales, el aborto y la anticoncepción» («Pope Francis: Catholic Church must find new balance on gays, abortion, contraception»).

Y aunque no estaba hablando de política, sino de su experiencia personal de gobierno como provincial de los jesuitas en Argentina, los periódicos de izquierda, sobre todo iberoamericanos (El País, por ejemplo), aprovecharon y pusieron en primera plana la frase textual del Papa «Nunca he sido de derechas».

La frase no era de gusto de la prensa de derechas así que comprensiblemente apuntaron los reflectores a otros argumentos como la mujer en la Iglesia, la reforma de la curia, el aborto, los homosexuales o los divorciados vueltos a casar. ¿Resumen? Que se ha repetido la experiencia de la entrevista que Papa Francisco concedió a los periodistas en el vuelo de regreso de Río de Janeiro a Roma el pasado mes de julio (véase «Papa Francisco se hace (todavía más) famoso recordando el magisterio de la Iglesia sobre la homosexualidad», 30.07.2013).

Un poco de contexto: la amplia entrevista al Papa fue realizada en tres sesiones diversas (19, 23 y 29 de agosto) en un total de seis horas. Se comprende así que tanto la extensión de la misma como la variedad de los temas tratados hayan sido más bien amplios (27 hojas para quienes la han podido leer íntegra en la versión en español).

Son 20 los puntos abordados: desde quién es Jorge Mario Bergoglio, pasando por la razón por la que se hizo jesuita, qué significa para un jesuita ser Papa, anotaciones sobre la Compañía de Jesús, el modelo sacerdotal que tiene el Papa, su experiencia de gobierno, el significado de la expresión ignaciana «sentir con la Iglesia», la identidad de la Iglesia hoy, los dicasterios de la Curia Romana y su reforma, el papel de la mujer en la Iglesia, el Concilio Vaticano II, el arte o la búsqueda de Dios, hasta cómo ora el Papa, entre más temas.

Los argumentos sobre los que se ha detenido la mayoría de la prensa internacional se encuentran en la «parte IX», la así titulada por los editores de la misma entrevista «¿Es la Iglesia un hospital de campaña?». Las interrogante concreta formulada inicialmente es «¿De qué tiene la Iglesia mayor necesidad en este momento histórico?». Y como el Papa ha respondido que «lo que la Iglesia necesita con mayor urgencia hoy es una capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles, cercanía y proximidad», que «lo más importante es el anuncio de que Jesucristo ha salvado», a continuación se le pregunta sobre cómo atender pastoralmente a divorciados vueltos a casar y a homosexuales. Y es aquí donde Francisco responde lo que sigue:
«Tenemos que anunciar el Evangelio en todas partes […] y curando, también con nuestra predicación, todo tipo de heridas y cualquier enfermedad. En Buenos Aires recibía cartas de personas homosexuales que son verdaderos “heridos sociales”, porque me dicen que sienten que la Iglesia siempre les ha condenado. Pero la Iglesia no quiere hacer eso. Durante el vuelo en que regresaba de Río de Janeiro dije que si una persona homosexual tiene buena voluntad y busca a Dios, yo no soy quién para juzgarla. Al decir eso he dicho lo que dice el Catecismo. La religión tiene derecho de expresar sus propias opiniones al servicio de las personas, pero Dios en la creación nos ha hecho libres: no es posible una injerencia espiritual en la vida personal. […] Hay que tener siempre en cuenta a la persona. Y aquí entramos en el misterio del ser humano. En esta vida Dios acompaña a las personas y es nuestro deber acompañarlas a partir de su condición. Hay que acompañar con misericordia. Cuando sucede así, el Espíritu Santo inspira al sacerdote la palabra oportuna».
Más adelante dice que
«No podemos seguir insistiendo sólo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos. Es imposible. […] Yo he hablado mucho de estas cuestiones y he recibido reproches por ello. Pero si se habla de estas cosas hay que hacerlo de un contexto. Por lo demás, ya conocemos la opinión de la Iglesia y yo soy hijo de la Iglesia, pero no es necesario estar hablando de estas cosas sin cesar».

Estas palabras (pocas si se le compara con las 12 mil que tiene la entrevista) han bastado para dar la impresión de que el Papa ha reformado moralmente la Iglesia o que la entrevista ha versado sólo sobre esos dos temas.

Quien lee con pausa y la contextualiza percibe fácilmente que en realidad el Papa alude a un cariz que la Iglesia debe acentuar más: la acogida. No cualquier acogida sino una acogida misericordiosa hacia cualquier pecador. Eso presupone que tanto la homosexualidad como el vivir en segundas nupcias civiles son una situación irregular en la que, no obstante, las personas deben ser acompañadas si «tienen buena voluntad y se acercan a Dios». De esta forma, el mismo Papa está reconfirmando la doctrina de la Iglesia en estos campos al apelar al Catecismo y al remarcar que su sentir al respecto es la enseñanza de la Iglesia, de la que se declara explícitamente hijo. Pero es verdad que está poniendo un acento al subrayar que la Iglesia debe mostrar un rostro misericordioso: no dejando de defender la vida y el matrimonio sino dando prioridad a la proclamación del amor de Dios. Lo demás viene como consecuencia.

Puede decirse que, en sentido estricto, la prensa no ha manipulado palabras, simplemente las ha descontextualizado y usado según el propio gusto. Una pena pues de la lectura íntegra de la entrevista se llega a conocer mejor a un Papa que nos está abriendo las puertas de su corazón y que con su énfasis en el anuncio de la misericordia de Dios está haciendo aquello que Cristo pidió a sor Faustina: «Proclama que ningún alma que ha invocado Mi misericordia ha quedado decepcionada ni ha sentido confusión».

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