lunes, 16 de septiembre de 2013

UNA RECETA PARA COMPARTIRLA SIN SOBERBIA


En EScomunicación hablamos constantemente de periodismo (y de algunos otros temas) pero hay veces en las que puedes perder de vista qué es el periodismo; por eso libros como Los elementos del periodismo son una lectura esencial. Escrito por los periodistas estadounidenses Bill Kovach y Tom Rosenstiel en 2001, establece una serie de características fundamentales para poder definir el periodismo, nueve elementos de los que ya hemos hablado en el blog. Ahora, finalizada la relectura, es cuando toca una reseña más extensa de un libro que todo periodista debe leer.

Qué es periodismo

Muchas veces da la impresión de que la definición de periodismo es circular: periodismo es lo que los periodistas dicen que es periodismo, y por esa regla de tres solo los periodistas pueden decidir qué es buen periodismo o mal periodismo. Esta pretensión perversa no dice nada bueno de algunos profesionales, y hay quien sostiene que definir el periodismo puede resultar peligroso en cuanto que sería limitarlo. Pero en el caso del periodismo definir no es limitar y lo cierto es que hace falta definir qué es el periodismo, y podemos hacerlo a través de su función: El propósito principal del periodismo es proporcionar a los ciudadanos la información que necesitan para ser libres y capaces de gobernarse a sí mismos.
Partiendo de esa función, vemos la principal característica del periodismo es el servicio que presta a los ciudadanos. Hasta este siglo, esa función incluía decidir qué noticias eran dignas de ser publicadas y cuáles no, pero en la era de la sobreabundancia de información esa labor de gatekeeper ya no constituye una cualidad definitoria. Ahora, cuando los ciudadanos tienen a su disposición más información que nunca en la historia, el periodismo no necesita reinventarse como puedan pensar algunos. Las tecnologías de la información y la comunicación no han cuestionado la función del periodismo, tan solo han modificado la manera en que los periodistas deben llevarla a cabo. Ya no es labor de los periodistas decidir qué debe o no debe saber el ciudadano, sino ayudarle a poner en orden la información que le llega.

El periodismo intenta llegar a la verdad en un mundo confuso procurando discernir en primer lugar lo que es información fidedigna de todo lo que son informaciones erróneas, interesadas o simplemente desinformación”

Así, la era digital no provoca ningún cambio fundamental en la función del periodismo. Puede que las técnicas hayan variado, pero los principios subyacentes siguen siendo los mismos y la primera obligación del periodismo es la verdad. Las discusiones filosóficas sobre la verdad no corresponden al periodismo, sino a la semántica, por eso los periodistas deben buscar una forma práctica o funcional de verdad, no la verdad en un sentido absoluto o filosófico, no la verdad de una ecuación. El periodismo puede -y debe- buscar la verdad en un sentido que nos permita gestionar nuestra vida cotidiana; no basta con reproducir los hechos verazmente, hay que informar de la verdad que encierran los hechos. La fidelidad a los hechos importa, por supuesto, es el cimiento sobre el que se construye todo lo demas: el contexto, la interpretación, el debate… El periodismo intenta llegar a la verdad en un mundo confuso procurando discernir en primer lugar lo que es información fidedigna de todo lo que son informaciones erróneas, interesadas o simplemente desinformación, para luego dejar que la comunidad reaccione y el proceso de discernimiento continúe.
Esta búsqueda de la verdad ha ha sido sustituida a veces por conceptos como imparcialidad o equidad, pero la imparcialidad es un concepto demasiado abstracto y hasta más subjetivo que la verdad, y la ecuanimidad también es subjetiva. Si las partes implicadas en una noticia no tienen el mismo peso, ser equitativo e imparcial puede equivaler a no ser fiel a la verdad. La necesidad de verdad es hoy mayor que nunca y no puede ocultarse tras artificios o juegos lingüísticos; es lo que debe buscar el periodista ante todo y sobre todo.

Lealtad a los ciudadanos

El periodismo debe su lealtad a los ciudadanos y por eso nunca debe aislarse o encerrarse en una burbuja, y mucho menos considerar a los ciudadanos como clientes a los que presta sus servicios. El periodismo establece una relación con su audiencia muy distinta a la de cualquier otra empresa de la economía de consumo tradicional, y en algunos aspectos mucho más compleja. El público no es un cliente que compra bienes o servicios, pero el anunciante sí lo es, y en muchos casos las empresas periodísticas han priorizado al anunciante sobre los ciudadanos, un error que ha costado muy caro. El periodismo debe restablecer el compromiso con el pueblo que la industria periodística ha contribuido de manera tan errónea a subvertir.

La noción de libertad de prensa se basa en la independencia. Solo una prensa libre de censura puede contar la verdad”

La esencia del periodismo es la disciplina de verificación, es lo que le diferencia del entretenimiento, la propaganda o las obras de ficción, el centrarse en el relato fidedigno de los hechos. Verificar no es limitarte a comprobar que todo lo que cuentas es verdad, que también, sino aplicar los principios correctos para que las noticias que elaboras contengan solo hechos: No añadir nada ni maquillar los hechos; no engañar a tu público con técnicas narrativas o dramáticas que se aparten del relato de los hechos; ser transparente, decir por qué la información nos parece fiable y qué has hecho para conseguirla, y con eso, además, mostrarás a tu público que lo respetas; y ser humilde, especialmente en lo que refiere a tu propia capacidad, para no perder nunca de vista que tu trabajo es buscar la verdad para informar a los ciudadanos.
Los periodistas deben mantener su independencia con respecto a aquellos de quienes informan. Es un gesto de arrogancia, ingenuidad y autoengaño pensar que se puede informar de una noticia al tiempo que se forma parte de ella, y es uno de los mayores males a los que se enfrenta el periodismo. La noción de libertad de prensa se basa en la independencia. Solo una prensa libre de censura puede contar la verdad y, en la actualidad, esa libertad se extiende para significar también independencia de otras instituciones, como partidos políticos, anunciantes, empresas…
Para poder asegurar esa independencia es importante la transparencia. Como ciudadanos merecemos saber si un reportero mantiene una implicación directa con los asuntos o las personas sobre quienes informan. Pero siendo importante, no basta con la transparencia, es crucial mantener cierta distancia personal a fin de mantener la claridad de ideas y hacer valoraciones independientes. Cada vez más, se percibe a la prensa no como una institución representante del pueblo y que actúa en su nombre, sino como parte de un poder establecido; por eso los periodistas están tan mal valorados. Por desgracia, hay muchos periodistas que no son lo bastante sinceros o inteligentes para reconocer que una opinión debe basarse en algo más sustancial que las creencias personales si es que ha de tener un valor periodístico.

Control del poder

Y la independencia es aún más importante porque el periodismo debe ejercer un control independiente del poder. Los periodistas deben ejercer su vigilancia no solo sobre el Gobierno, sino sobre el mundo empresarial, el ámbito cada vez mayor de las actividades sin ánimo de lucro y el foro de debate cada vez más amplio creado por las tecnologías de la información. Dentro de esa labor de control, además, el periodismo tiene que proporcionar un foro público para la crítica y el comentario. En esta nueva era de los medios es más importante, no menos, que ese debate público se construya sobre los mismos principios que el resto del periodismo, empezando por la necesidad de atenerse a la veracidad, los hechos y la verificación.
Los periodistas han de esforzarse para que el producto periodístico sea atractivo y relevante. El periodismo es una narración con un propósito, proporcionar al ciudadano la información que necesita para comprender el mundo; el primer desafío es encontrar la información precisa para los ciudadanos; el segundo, que sea significativa, relevante y atractiva. Estos desafíos no imposibilitan la labor del periodista, solo la hacen más difícil y sirven para distinguir el periodismo de éxito del periodismo perezoso, el buen periodismo del malo, el ecuánime del sensacionalista.

El periodismo es una narración con un propósito, proporcionar al ciudadano la información que necesita para comprender el mundo”

La responsabilidad del periodista no se limita únicamente a conseguir y ofrecer información, sino a hacerlo de tal modo que la gente quiera prestarle atención, buscando el equilibrio entre los dos extremos de información y entretenimiento. Una noticia que se limite a enumerar datos o sucesos resulta tan poco natural como otra que por entretener abandone cualquier información relevante. Y sobre todo no hay que olvidar que sea cual sea el tratamiento de una noticia, su mayor atractivo es que sea cierta.
Todos estos son solo algunos de los aspectos tratados en el libro, una lectura obligada para todo aspirante a periodista o profesional del periodismo. Kovach y Rosenstiel han creado un manual y un manifiesto para que el periodismo pueda volver a ser un instrumento al servicio de los ciudadanos y no de otros intereses. Aunque no entran de lleno en el cambio de paradigma del periodismo hacia el digital y la crisis de los periódicos, Los elementos del periodismo es un espejo de lo que son los componentes clave del periodismo, que todos los nuevos medios nacidos en la red deben interiorizar y respetar, para que el periodismo del siglo XXI no cometa los errores del periodismo del siglo XX.

No hay comentarios:

Publicar un comentario