La fiesta de las papas Por: Hugo Wiener Fresco Este jueves 30 celebramos el día de la papa, esa maravillosa planta que los antiguos habitantes del actual territorio peruano domesticaron para el mundo. La papa constituye el cuarto cultivo de mayor producción global y uno de los pilares de su alimentación. Pero prefiero referirme a las papas (patatas), así en plural, para recordarnos que con esta denominación estamos incluyendo a una variedad de tubérculos con diversos nutrientes, texturas y sabores. Reconocer sus diferencias es parte del gran legado que fue conservado por los cultivadores andinos y que sólo recientemente, el resto de peruanos estamos recuperando a través del relanzamiento gastronómico. Hoy en el Perú tenemos una oferta diversa de papas que incluyen las variedades híbridas de alto rendimiento, las papas blancas, como las variedades nativas de colores, la más conocida y difundida, la amarilla y otras de sorprendentes colores cuyos valores estamos redescubriendo. Estas papas se van distribuyendo entre diversos mercados: las de transformación industrial, las que son empleadas como guarniciones en las comidas, las de transformación artesanal (chuño, moraya o tunta) y más recientemente, las de consumo gourmet. Los campesinos que han conservado la diversidad de papas nativas denominaban a estos tubérculos como papa regalo. A pesar de su importancia en la alimentación y el aprecio de la población por este tubérculo, las papas no han compensado al productor como éste se merecía. Los productores comerciales de papa siempre se han quejado de que sembrar papa era como jugar a la ruleta. Un año con precios atractivos era seguido por otro de precios deprimidos llegando en algunos casos, a un nivel que no justificaba cosechar. Lo que ocurría era que los años de precios atractivos atraían a nuevos productores que saturaban un mercado atendido por otros productos sustitutos. Y esta historia se repetía una y otra vez, de modo que los excedentes de los años buenos se aplicaban a cubrir las pérdidas de los años malos y en el promedio, el productor no prosperaba y en algunos casos perdía. Las papas nativas en cambio, se destinaban a mercados locales y nostálgicos en las ciudades que crecían con la migración proveniente de la región andina. A diferencia de las papas más comerciales blancas y la amarilla, una papa nativa con trayectoria en los principales mercados, las nativas no tenían precio y no participaban de los canales de comercialización tradicionales ni modernos (supermercados). La papa nativa se dedicaba en gran medida al autoconsumo de las familias productoras. Esta situación desventajosa para el productor está cambiando. Se han desarrollado algunos esfuerzos significativos por ordenar la oferta, clasificar la papa, envasarla de modo adecuado y conectar al productor, transportista y mayorista. Tuve la oportunidad de alentar estos cambios desde el proyecto INCAGRO del MINAG y apreciar el trabajo de la red CAPAC (Cadenas Productivas Agrícolas de Calidad). El Proyecto INCOPA con la intervención del Centro Internacional de la Papa (CIP), contribuyó a este esfuerzo poniendo especial atención al tema de las papas nativas que han sido puestas en la agenda gastronómica nacional y mundial. Otros esfuerzos desde el Ministerio de Agricultura y sus organismos adscritos permitieron al Perú tener una adecuada visibilidad con motivo del año internacional de la papa el 2008 y desarrollando un esfuerzo por recuperar el consumo del tubérculo en las ciudades que había retrocedido ante otros productos. Actualmente, una proporción creciente de papas se destinan a industrias de transformación, ingresan a los canales comerciales modernos y el propio mercado mayorista de Lima está siendo objeto de un ordenamiento largamente esperado. El Banco Agropecuario no podía estar ausente como socio del productor de papa y con ellos estamos aprendiendo cómo es el negocio y cómo hay que enfrentarlo. El esquema inicial de atención que se trazó el banco, el denominado crédito de avío agrícola, estaba sujeto a las vicisitudes de los productores. Corríamos el riesgo de perder con los productores y lo que podría ser peor, inducir de modo involuntario a que la mayoría de ellos sembraran aún cuando el mercado no pintaba bien. Por cierto que el esfuerzo financiero del banco era aún marginal respecto a la inversión propia de los productores y el fondeo de fuentes no financieras. El AGROBANCO ha continuado aumentando su exposición con este cultivo. En el 2012 desembolsamos 30.6 millones de soles y en lo que va del 2013, cuando aún no comienza la campaña grande, se han desembolsado 8 millones de soles. Una particularidad es que nuestras colocaciones están segmentando el mercado de las papas, creciendo en importancia la papa amarilla, las otras papas de color y la producción de semilla. Una segunda característica es la diversificación espacial a efectos de poder atender simultáneamente más mercados y obtener diferentes salidas en el tiempo para desestacionalizar lo más posible el mercado. En tercer lugar se busca inducir al productor a mantener un portafolio de diversos productos de modo que en el caso indeseado que el precio de la papa no sea el esperado, su economía tenga compensaciones en los otros cultivos o crianzas. Finalmente, sin ser por esto un análisis exhaustivo, cerrando la cadena productiva con contratos entre productores y los mercados, sean estos los industriales, las cadenas modernas de comercialización o los mercados mayoristas. En esta misma línea se está avanzando un esquema con la Coordinadora Nacional de Productores de Papa (CORPAPA), de abastecimiento directo de campesino a los restaurantes gourmet.
jueves, 30 de mayo de 2013
LA PAPA ESTÁ DE FIESTA
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