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Camet: El hombre que fumaba bajo el agua
Por Jaime Pinto
CONOCÍ a Jorge Camet en diciembre de 1992 a los pocos días que asumiera la cartera en el Ministerio de Economía y Finanzas. Yo trabajaba como consultor del Banco Mundial en la renegociación de la deuda externa. En ese entonces el Perú era inelegible para recibir apoyo de los organismos multilaterales y el crédito de la banca extranjera era casi inexistente.
En la primera presentación, Camet parecía un hombre sin brillo, parco al hablar, algo inexpresivo, no parecía un hombre para el nuevo puesto. Cinco años después al salir del MEF, lo que más me apenó fue dejar de trabajar con un hombre brillante, cálido, meticuloso, con sentido de oportunidad para lidiar con los temas –incluso con sus adversarios–, y gran sentido del humor, pero sobre todo un hombre comprometido con su país.
Es, sin duda, uno de los ministros –sino quizá el Ministro– que más ha contribuido a sentar las bases de lo que hoy es el Perú: un país reconocido mundialmente por su crecimiento y reducción de pobreza.
Con Camet trabajé muy cerca el tema de la renegociación de la deuda externa con los acreedores bancarios y proveedores (Plan Brady), uno de cuyos elementos centrales fue la operación de recompra silenciosa de la deuda, en 1994.
Se trató de una operación riesgosa, no solo porque si se filtraba a los acreedores podía compro-meter el proceso de renegociación (el Perú seguía reuniéndose mensualmente con el Comité Banca-rio, presidido por Citibank), sino porque sabíamos que sería investigada y posiblemente cuestiona-da en el país.
Su diseño, implementación y explicación a la opinión pública, representaron un extraordinario reto. Camet participó en todo este proceso, desde la aprobación política de la misma, hasta los más mínimos detalles. Como el Perú no podía recomprar su deuda directamente, se decidió utilizar al Banco de la Nación, entidad que a su vez contrató a Swiss Bank para ejecutarla. Es decir, el Swiss Bank, como operador regular de deuda externa, comenzó a adquirir paquetes de deuda peruana en el mercado secunda-rio, por encargo del Banco de la Nación.
Entre julio de 1994 y agosto de 1995, el Perú adquirió US$ 1,700 millones de principal de deuda, que en realidad representaron un ahorro de US$ 3,500 millones, pues la deuda traía consigo aproximadamente 100% de intereses impagos, pagando por ello US$ 900 millones. Al cerrar el Plan Brady, el Banco de la Nación se presentó como acreedor del Perú, y posteriormente se extinguió esa deuda.
La operación fue tan exitosa que hasta los propios bancos acreedores la reconocieron como audaz e ingeniosa. Todas las investigaciones concluyeron que la operación se hizo de manera profesional y transparente.
Pero esto no fue lo único que manejó Camet. También resolvió el tema de la deuda con AIG (producto de la expropiación de la Belco); arregló la deuda con la ex Unión Soviética; el Club de París; proveedores como Ferrostal; y un sinnúmero de otros casos complejos. Todo ello fue limpiando el camino para que el Perú recuperara un prestigio internacional y volviera a ser sujeto de crédito. Al constatar la agudeza y destreza de Camet para abordar los temas complejos de toda negociación, solíamos decir: Es que Papapa fuma bajo el agua. El Perú sabrá reconocer su legado.
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