domingo, 21 de julio de 2013

FELONÍA DEL DESPRECIO NACIONALISTA

Escribe: Capitán Eloy Villacrez
El general Juan Velasco Alvarado planificó la recuperación de los territorios peruanos 
de Arica y Tarapacá 

Nuestro país se debate en la crisis política y social más grave desde hace treinta años. Creo interpretar el sentimiento de la mayoría de la Nación, como mencioné en fechas anteriores: “Que se vayan todos. Ejecutivo, judicial, legislativo y los organismos autónomos”. No sirven para hacer el desarrollo. Sólo viven para recibir las canonjías del cargo porque tienen la antipatria en su vida y el deseo desenfrenado de enriquecerse.

Algo así vivíamos en 1976. Velasco había sido depuesto por la recua de generales bajo la batuta del felón Morales Bermúdez, dócil instrumento del imperialismo norteamericano y la derecha interna. La suciedad y la traición a la patria era evidente. Frente a ello un grupo de patriotas, civiles y militares, escribimos una página de dignidad que ha pretendido ser olvidada. Es un hito importante en las luchas sociales de nuestra nación.

Los hechos

El 6 de agosto de 1975, era el Día D para recuperar Arica y Tarapacá. Los guerreros del Perú de aire, mar y tierra,  estábamos aprestados desde el 18 de febrero, cuando se reunieron Banzer y Pinochet en El abrazo de Charaña. En esa oportunidad, en un acto desesperado de Chile, Pinochet ofreció la salida soberana por Arica a Bolivia, con el objetivo de impedir el ataque de nuestras tropas. Llegó a conocimiento de los chilenos que de concretar el ofrecimiento de entregar la salida al mar a Bolivia, nuestros  cuatrocientos blindados, el ejército de tierra y mil doscientos paracaidistas, con nuestra flota aérea, fuerzas navales y miembros de la Guardia Civil para el control poblacional, irrumpiríamos hacia Arica, Tarapacá y Antofagasta, en tres columnas, una por la costa y otra por las estribaciones de la cordillera con dirección a Iquique. y un envolvimiento vertical (paracaidistas). Se sabía que en los territorios peruanos en poder de Chile sólo habían treinta blindados antiguos Sherman. Pinochet  desistió del ofrecimiento, dejando un sabor de burla a las aspiraciones de Bolivia.

Es importante mencionar lo que pensaba Chile sobre este tema. En la lucha de las naciones por su supervivencia, no hay espacio para la ingenuidad, la simpatía, la hermandad ni la sensiblería. En su artículo Chile y Bolivia, del 9 de julio del 2012, afirma el contralmirante chileno Rafael González: “También, debemos recordar, como un antecedente cercano, que en 1975, durante el Gobierno Militar, el Perú, bajo la presidencia del General Velasco Alvarado, se preparaba para atacar a nuestro país, encontrándose nuestras fuerzas armadas muy debilitadas en lo que se refiere a material de guerra. Esta amenaza se venía gestando desde fines de 1973. Junto a lo anterior, Chile sufría un boicot mundial por haberse liberado del comunismo internacional. En este contexto, el Gobierno Militar negoció con Bolivia un corredor con salida al mar al norte de Arica, lo que se conoció como Negociaciones de Charaña”.

Con relación a Estados Unidos, Kissinger comprendió que la decisión de Velasco para recuperar Arica y Tarapacá era irreversible. Perder la guerra por parte de Chile, representaba la caída del régimen. La izquierda volvería al poder frente al anarquismo que genera la derrota. Con ese panorama maquinaron el golpe de estado para sacar del poder a Velasco. Paraello, ubicaron a los felones con el cabecilla Morales Bermúdez. La felonía fue detectada por el general Gilardi, quien puso al corriente a Velasco de la conspiración de generales del entorno, entre ellos Richter, Graham, Vargas Prieto, Fernández Maldonado, Rodríguez Figueroa, Sala Orosco, Bellina, Sánchez y otros más. No se sabe si Velasco quedó convencido o no. Se limitó a llamarles la atención, exigiéndoles lealtad a los conspiradores. Velasco desoyó la recomendación de Gilardi, Meza Cuadra y de Ibáñez, quienes expresaron que lo prudente era pasar al retiro a la mitad de los conspiradores y al resto retirarles mando de tropa.

Por esta llamada de atención los plazos para concretar la traición se retrasaron. No pudieron articular el golpe antes del 6 de agosto de 1975, fecha prevista para el ataque de nuestras fuerzas al enemigo chileno. En un acto de audacia, Morales Bermúdez solicitó postergar la orden de invasión por treinta días, aduciendo el no haber completado el sistema de defensa antiaérea. El 4 de agosto de 1975, cuarentaiocho horas antes del ataque, llegó la contraorden a todas las unidades comprometidas con la invasión. Los paracaidistas que estábamos en el Cuartel Salaverry de Arequipa, para el salto del 6 de agosto nos vimos precisados a desactivar el avituallamiento y desarmar el equipo aerotransportado. De igual manera el resto de unidades desactivó todo lo previsto hasta nueva orden.

La conspiración de la felonía avanzó. Artemio García había convencido a la mayoría de mandos en Tacna para sublevarse contra Velasco, colocando como motivo su mal estado de salud. La cabecera golpista sería la heroica ciudad. Paradojas del destino. La seguridad de los felones estaba en Chile. Si algo salía mal, cruzarían la frontera y pedirían protección. Se sobreentiende que darían a conocer a Chile los planes de defensa y ataque de nuestras fuerzas.

Los golpistas con Morales Bermúdez llegaron a Tacna el 27 de agosto con el “paraguas” de conmemorar la vuelta al Perú de Tacna, fecha emblemática y de alto valor patriótico. Algunos coroneles no sabían de la traición, como fue el caso del coronel Juliá, –que años después fue Comandante del Ejército– quien al ser convocado a la reunión de comando manifestó que las unidades de caballería blindada estaban totalmente aprestadas para cruzar la frontera. Morales Bermúdez le dijo “La acción militar no es contra Santiago sino contra Lima”. La noticia fue demoledora, pero lo que más desmoralizó fue observar que la mayoría de los mandos estaban de acuerdo con derribar a Velasco.

Las explicaciones para postergar el ataque fueron que los chilenos sabían sobre la invasión, que no sería una sorpresa, y que en el tiempo más corto se fijaría otra fecha. Pasaron los meses y las postergaciones se sucedieron y se alargaron los plazos. Los oficiales que habíamos demostrado mayor vehemencia en el ataque a Chile fuimos cambiados de colocación a oficinas del Cuartel General.

El punto de quiebre fue el 24 de abril de 1976. En el cuartel San Martín, día de la Ingeniería Militar, los oficiales nos presentamos a Fernández Maldonado, que era Comandante General del Ejército, para pedir que un subalterno dirigiera algunas palabras al gobierno en pleno y a los cuatrocientos oficiales reunidos, como parte de la celebración del día de la Ingeniería Militar, para expresar en público nuestro sentimiento. Fui designado para dirigir la palabra. Dije: “Soy el capitán Eloy Villacrez. Me dirijo a usted Señor Presidente, de ingeniero a ingeniero, para decirle que hay preocupación en los oficiales sobre el rumbo que está imprimiendo a la revolución y la demora en llegar a Tarapacá. Comienza a sentirse un olor a traición”. Hubo desconcierto. Subieron al escenario numerosos generales y coroneles para evitar que siguiera hablando. Cuando se presentó al estrado el único oficial decente del grupo de Morales Bermúdez, el comandante Guillermo Bazo, recién entregué el micro, puesto que el resto de generales y coroneles no merecían el menor respeto.

La traición

A partir de ese día sentimos que Fernández Maldonado comenzó a alejarse y mantener distancia, al punto que, en una ocasión, al estar reunidos en el Cuartel General como regularmente lo hacíamos, se dirigió a Fernández Salvatecci y a mi persona y nos dijo:“Todo lo que se haga será con Pancho (Morales Bermúdez); nada sin él”. Comenzaron para nosotros los problemas de no poder reubicar a los oficiales comprometidos en los mandos de tropa. El punto culminante fue a principios de junio de 1976, en una reunión de rutina en el Cuartel General. A Pepe Fernández Salvatecci y a mí nos dijo: “Pepe: estoy firmando una orden para que vayas a estudiar inteligencia en la URSS, en una alta especialidad de cuatro años. Tú, Eloy, vas a Francia a seguir el curso de postgrado en ingeniería, también por cuatro años, uno para aprender el francés y tres del curso”. Tomé la palabra y le dije: “Mi general, estamos ad portas de una guerra con Chile ¿y Ud. me dice que debo dejar el país? Le pido me explique”. De la misma forma se expresó Fernández Salvatecci. Debo agregar que el grado de confianza con el general Fernández Maldonado era total, al punto que le dije que si me destinaba a Francia, sólo me quedaba pedir mi pase al retiro.

Luego de estos incidentes, intuimos que el general Fernández Maldonado había perdido fuerza. Nos reunimos un grupo numeroso de oficiales y decidimos preparar una insurrección popular, con iniciativa de parte de diferentes cuarteles y unidades. Comprendimos que el tiempo era muy corto. Para ese efecto, desde tiempo atrás, el mayor Fernández Salvatecci había concebido crear un organismo clandestino formado por civiles y militares, todos líderes sociales y oficiales prestigiados en el Ejército, que se denominó “La Orga”, con el objetivo de unir voluntades para alcanzar el poder y que la revolución de Velasco recupere la dirección del proceso.

Esta organización fue realmente una red sistematizada con métodos de análisis de sistemas, organización secuencial e investigación de operaciones. Esta red de grupos políticos, militares y sociales de acción política en todo el país, estaba estrictamente compartimentada y actuaban dentro de un frente de masas o entidades gremiales, cumpliendo tareas concretas. Con la finalidad de evitar represalias, los únicos que teníamos conocimiento de la totalidad de las operaciones éramos J. Fernández Salvatecci, Sànchez Carlessi y Eloy Villacrez. Ninguno de nosotros dio a conocer la metodología ni la identidad de las personas participantes en la insurrección. Los que caímos fuimos seis dirigentes, quedando a salvo la totalidad de los cuadros, a pesar de la tortura y los ofrecimientos de perdón y olvido que hizo el gobierno.

Plan del golpe

Considero importante dar a conocer el concepto inicial de la operación de toma del poder. Se puede resumir en los siguientes puntos:

1.  Inicio de la acción militar en el Cuartel La Pólvora de Lima.

2.  Desplazamiento con tropas de infantería desde ese lugar hacia Palacio de Gobierno.

3.  Emplazamiento de cohetería en los contrafuertes del Cerro San Cristóbal para amagar con el lanzamiento de cohetes sobre las instalaciones de la Presidencia, en caso de producirse  resistencia.

4.  Neutralización de la División Blindada, con tropas del Batallón de Tanques, captadas para la insurrección.

5.  Apoyo popular de las organizaciones de base, que recibirían armamento en CUAVES para organizar la ofensiva y la neutralización de unidades leales al régimen traidor.

6.  Todas las acciones serían coordinadas mediante transmisiones propaladas por Radio Unión.

Se comprende que por la complejidad de las operaciones y la coordinación necesaria participaban varios cientos de dirigentes. Ahora, treinta y siete años después, estoy seguro que algún nombre omitiré. Pido disculpas.

Estuvimos el 20 de julio de 1976, cumpliendo diferentes tareas para derribar a Morales Bermúdez, los militares Fernández Salvatecci, Lora Muga, Huarcaya, R. Córdova Rivera,  A. Del Pozo Galván, E. Sosa, Denis  Arias, Julio Velarde, Héctor Portela, Eloy Villacrez,  Calep Gonzales, C. Pino,  J, Ugarte, Holguìn, Velasquez,  A. Loayza. El coronel Justo Jara fue informado, aceptando con valor el reto; igualmente el coronel Vásquez Pancorvo, el coronel Campos Montoya y otros más. Por el lado civil M. Benza, Rafael Roncagliolo, Carlos Urrutia, Walter Sacaico, Constante Traverso, A. Mar, E. Portocarrero, Shango Aragón, Sánchez Carlessi (materia gris del alzamiento), G. Trigoso Edery, Juan Márquez, Avelino Mar, J. Delgado, V. Villacrez,  Bladimiro Guevara, V. Barnet, W. Palacios, V. Gálvez, M. Echeandía, M. Tincopa, V. Mazuelos, O. Balbuena, H. Santome, S. Sandival, Carlos Rodríguez. M. Herrera, y A. García. Fue informado Ricardo Letts, quien con valor y decisión aceptó el reto. Todos ellos merecen una página en la historia social de nuestra patria.

La insurrección se inició en el cuartel La Pólvora. Los principales actores militares nos constituimos a la unidad con la anuencia de los oficiales comprometidos con el alzamiento. Algo se había filtrado puesto que unidades del cuartel Barbones comenzaron a desplazarse para cercarnos en la Pólvora. Teniendo en cuenta el número reducido de nuestros efectivos, decidimos abrirnos paso usando las armas y constituirnos en la División Blindada. Habíamos recibido información que uno de nuestros oficiales más decididos, el Capitán Héctor Portela, había tomado control de su unidad, neutralizando al jefe y al mayor ejecutivo. Cuando nos acercamos a la Blindada, estaba rodeada por efectivos.Fue imposible ingresar para atacar Palacio con esa potencia de fuegos.
.
Frente a ello decidimos desarticular toda la operación y salvar los cuadros civiles y militares. Procedimos a incinerar la totalidad de la documentación que habíamos formulado. Asumiríamos la responsabilidad Fernández Salvatecci, Gonzales, Villacrez y Portela. El problema mayor era devolver a Chorrillos los trescientos fusiles y cuatro ametralladoras con cien mil cartuchos que habíamos extraído de los almacenes. Con algunos altibajos se devolvieron las armas. Rindo homenaje a los que participamos. Cambió la vida de todos nosotros. Se rescata la decisión y valor de todos. Fue un acto sublime, de servicio a nuestro pueblo y a la patria.

Ahora 2013, cuando todo lo construido por los gobiernos neoliberales desde hace treinta y ocho años no ha servido para nada y el pueblo sigue siendo el postergado, los cuadros patriotas debemos decir Que se vayan todos. Ningún miembro de la actual clase política sirve. 

¡Viva el Perú!

No hay comentarios:

Publicar un comentario