viernes, 19 de julio de 2013

GENERANDO FORTALEZAS PARA VIVIR MEJOR

Del cuero salen
las correas

Por: Carlos Diez Canseco
Es extraño que en la ecuación del desarrollo se plantee una disyuntiva entre la educación o las materias primas. Como si en una familia rural –como tantas en el Perú- los padres tuvieran que decidir si siguen trabajando su campo, sembrando y cosechando sus papas, o si educan a sus hijos.
Para que los hijos se eduquen, es necesario que los padres trabajen y generen los ingresos necesarios para mantener a la familia. Y es que del cuero salen las correas. Si los padres no trabajan será difícil que los hijos puedan ir a la escuela. Podríamos preguntar si los padres podrían trabajar en algo diferente a la agricultura o ganadería. Eso depende de sus capacidades y de la dotación de recursos con que cuenten. La actividad de los padres no debiera ser tan trascendente para que los niños se puedan educar. Lo importante debiera ser que los recursos disponibles sean usados eficientemente para que los niños se puedan dedicar con empeño a los estudios.
Dedicarse a la agricultura o ganadería no debiera afectar al desarrollo. Quizás el tema sea promover una ganadería o agricultura eficiente, y usar bien los recursos que se generan mediante estas actividades para ofrecer una buena educación a los niños y jóvenes, e incluso quizás a la ciencia y tecnología, para maximizar los excedentes de la agricultura o la ganadería, y ofrecer mayores recursos para el bienestar de la sociedad. Es más, si la familia o el país tienen ventajas comparativas para el desarrollo agropecuario, probablemente habrán desarrollado una cultura al respecto, y lo óptimo sería tornar esas ventajas comparativas en ventajas competitivas para maximizar su bienestar. Hacer otra cosa en plazos cortos sería como pedirle peras al olmo.
La disyuntiva para el desarrollo no es si la familia o el país se dedica a algún tipo de actividad o si educa a sus hijos o población. Las familias y la sociedad necesitan trabajar y generar recursos con que educar y dar bienestar a sus miembros. El problema sería no trabajar para generar esos recursos de la mejor manera posible o desaprovechar los recursos disponibles.
En el caso peruano, cuando nos referimos a materias primas o actividades primarias nos referimos generalmente a la minería, y en tal sentido también vale la pena hacer algunas aclaraciones. Los procesos mineros son poco conocidos, y muchas personas creen que se trata simplemente de mover y exportar piedras. Pero, por dar un ejemplo, producir anualmente 160 toneladas de oro de yacimientos con leyes de hasta menos de un gramo por tonelada, o 1´300,000 toneladas de cobre de yacimientos con leyes menores al 1% de contenido metálico, cuidando el medio ambiente, es una labor compleja que requiere de mucho oficio, tecnología, capital y logística, con un gran valor agregado, quizás el más alto de la cadena productiva metálica. Por cierto, estos volúmenes de producción, junto con los de otros productos mineros, ponen al Perú a competir con Australia, Canadá, Chile, China, Estados Unidos, México, Rusia, entre otros países que usan sus recursos naturales como palancas de desarrollo.
De acuerdo a las estadísticas de la última década, la minería representa el 10% del PBI, el 60% de las exportaciones y el 40% del impuesto a la renta que pagan todas las empresas en el Perú.
El Perú tiene en compás de espera –y esperemos que no se pasmen- una cartera de inversión privada del orden de los 50 mil millones de dólares, con importantes potenciales efectos positivos sobre el empleo y la dinámica económica para las regiones y sus poblaciones.
Y es que del cuero salen las correas. Si nos esforzamos trabajando, si hacemos uso adecuado de los recursos que nos ofrece el país y usamos eficientemente las utilidades e impuestos generados por los ciudadanos y empresas formales, es probable que recuperemos el tiempo perdido y nuestros hijos o nietos vivan en un país donde la mayoría goce de buenos servicios de salud, educación y bienestar en general, en razón del aprovechamiento de nuestras reales capacidades.

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