viernes, 19 de julio de 2013

ASÍ SE HACEN LAS CAMPEONAS







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 Así se hacen las campeonas
Por. MARÍA DE LOURDES CSTILLO

Tengo el orgullo de tener una madre que me formó sola y con el esfuerzo diario de un trabajo no reconocido .Crecí apoyada en su espalda, me cargó hasta mi última operación.
Cuando perdí mi pie fue la que más lloro, era la” lotería de la discapacidad “que llegó a nuestras vidas.
Ella muy joven con 1.50 cajamarquina, con su cabello crespo envidiable para todas las que tenemos cabello  lacio. Su tez trigueña con chapitas rojas color tomate. Así la recuerdo.
La veía siempre fuerte para trabajar pero siempre llorando por las noches, si un río se hiciera con lágrimas, ella ya tendría uno inmenso como el Río Rímac. Perdió los dientes cuando yo nací falta de calcio me decía por eso era que me daba leche hasta por gusto y a mí no me gustaba.
En realidad ahora que recuerdo muy pocas veces la vi comiendo tranquila. Siempre apurada porque la hora le ganaba, todo estaba cronometrado en sus labores, trabajaba con la hora, para todos menos para ella.
Recuerdo que crecí  diciéndome todas las mañanas:
“Quiero que seas profesional y no estés como yo, cocinando y lavando platos en el agua todo el día.
Laborando en casa ajena, estando en la cocina porque ese es nuestro lugar. Sin horario y sin seguro.”
De feriados solo sabía yo, para mi madre no sabía  su existencia. Se entero cuando egresé  de la Universidad San Marcos y entre a laborar y poco a poco me di cuenta que existían no solo derechos estudiantiles sino también  derechos por su papel  preponderante en la sociedad pues gracias  a su labor del hogar permitió que tres ellos crecieran con la seguridad de encontrar comida hecha, ropa limpia y todo listo para volverlo a utilizar y así día tras día haciendo lo mismo.
En diferentes lugares sin que yo me dé cuenta de su dolor,  siempre en mi mundo en la adolescencia y en la primera parte de mi juventud .Fui descubriendo que era ya mujer y que tenía que menstruar cada mes y que podía tener niños.
Descubriendo que era una persona con discapacidad y lo de pobre eso ya lo sabía, desde niña.
Ha pasado años y hoy la mujer  fuerte soy  yo, de ella heredé su perseverancia  y espíritu de lucha.
Llegué a ser  profesional como ella quiso, ingresé a la primera y cuando le dije no me creía pues temía que hubiera heredado su suerte,” su  suerte de empleada de hogar”.
Ahora todas las mañanas salimos las dos a las 6:30 am de nuestro mini  departamento alquilado para laborar, ella a otra casa, como empleada del hogar cama fuera y yo como empleada  administrativa contratada en la Facultad en donde estudie .
Su cabello sigue crespo pero con canas brillosas, ya no la veo grande como cuando yo era  niña, ahora ella es la pequeña pues  ya se achicó su columna de tanto lavar. Sus manos son rojas de la alergia al agua que padece cada invierno, es un sufrir pero ella sigue laborando, le he comprado los mejores guantes pero el daño está hecho. Lo peor es que ella sabe que no tendrá pensión por su trabajo, es así el “juego de la vida” unos ganan y otros pierden y ella escogió “perder para ganar”, ya que con su esfuerzo permitió que seamos profesionales los hijos de sus jefes y yo también. Además permite que dos profesionales médicos ejerzan su carrera con tranquilidad, que en su hogar la “Sra. Rosa” contestara el teléfono, lavara, cocinara, cuidara la casa y por qué no compartirá las alegrías y tristezas en donde labora. Porque sin querer se convirtió en  parte de la familia.
Ahora que laboro amo más a mi madre y respeto y quiero más al personal de mantenimiento porque ejercen labores iguales a ella, ella me hizo campeona y ahora me toca luchar por ella. Por eso este artículo en homenaje a mi madre para que la conozcan y valoren su esfuerzo y no solo el mío. Ella siempre está en las buenas y en las malas esperándome cuando termina el partido de tenis de campo sobre silla de ruedas   , o en la meta de la  carrera y  en la noche cuando entreno Rugby.
Estas  son  mis palabras, las palabras de una campeona que se formó en los brazos de una empleada del hogar, una mujer valiente que derrama sus lágrimas por mí y por el futuro de nosotras ya que nadie sabe qué pasará.
Pero sin embargo cada día se levanta muy temprano para trabajar  y seguir luchando…

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