Carta a un Amigo Peruano
Por Rodrigo Botero Montoya
La aplicación de salvaguardias colombianas a las importaciones de productos agrícolas provenientes de Mercosur y la CAN, ha ocasionado manifestaciones de inconformidad en el Perú. Si bien el valor de las exportaciones peruanas afectadas por estas salvaguardias es relativamente modesto, se considera que el precedente sentado desvirtúa la esencia de la Alianza del Pacífico. Comienzo por concederles la razón a quienes han hecho explícito su desacuerdo con esa medida. Por lo tanto, no me propongo justificarla.
El propósito de las siguientes reflexiones es tratar de explicar el contexto dentro del cual se conduce la discusión sobre política comercial agropecuaria en Colombia. Ese contexto condiciona el ritmo al cual se lleva a cabo la inserción del país en la economía internacional.
El excesivo proteccionismo al sector agropecuario tiene un elevado costo económico y social. Encarece los alimentos e incentiva cultivos en los cuales el país no es competitivo. Causó una demora de varios años en la negociación del TLC con Estados Unidos. El criterio que prevalece en la discusión pública sobre agricultura y comercio exterior es el de la defensa de los intereses de los productores. Se soslaya el impacto del proteccionismo sobre el bienestar de los consumidores. Tampoco se mencionan los beneficios que habría sido posible obtener con una política agrícola orientada hacia la productividad y las exportaciones.
En las discusiones a nivel técnico hay claridad acerca de las distorsiones que crea el proteccionismo agropecuario. Un estudio de Fedesarrollo sobre las consecuencias de la protección al arroz, elaborado por Juan Mauricio Ramírez y Daniel Gómez, encuentra que un diferencial del orden de 60% entre el precio doméstico y los de países como Ecuador y Perú conduce a que más de 1.2 millones de personas permanezcan en la pobreza y cerca de 450 mil en la pobreza extrema. ‘Las medidas arancelarias y no arancelarias han contribuido a proteger las rentas de algunos productores arroceros…..generando aumentos sustanciales en los precios domésticos.’ (Tendencia Económica No.133, Julio 2013.) Algo similar podría afirmarse con respecto a la leche, un alimento básico para la nutrición infantil, que tiene un nivel de protección arancelaria de 80%.
Los voceros del paro agrario reciente argumentaron que el TLC con Estados Unidos era el causante de los bajos precios de los bienes agrícolas. Ese argumento es infundado. Otro estudio de Fedesarrollo describe como mitos la creencia de que los TLC aumentan las importaciones agrícolas colombianas o que la producción nacional disminuye a causa de de la competencia de los bienes agrícolas importados. (Tendencia Económica No. 134, Agosto 2013.)
A diferencia de lo que sucede en Perú, los dirigentes agropecuarios tradicionales se oponen a la libertad de comercio. Ésta es una estrategia perdedora. La dinámica empresarial, regional y de inversión que genera la lógica de los acuerdos comerciales vigentes permite prever que la inserción de Colombia en la economía internacional se va a intensificar. Pero los sectores premodernos de la sociedad van a seguir tratando de obstaculizar el avance hacia dicho objetivo.
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