ROMPIENDO LA ESCLAVITUD DE LAS DEUDAS.
Me levanté en un hogar donde todo se adquiría a través del crédito. Cada semana llegaba alguien a la puerta de mi casa cobrando algo. Era una situación angustiosa el escuchar: No tengo hoy para pagar y luego de esto, escuchar amenazas por parte de los acreedores.
Los años pasaron y en ese ambiente me dejé envolver, pues en mi etapa de joven, teniendo ya un trabajo, comencé a adquirir mis cosas personales a crédito. Cada fin de mes no tenía satisfacción al recibir mi sueldo pues al hacer las cuentas todo se iba en pagar lo que había comprado a crédito y no podía disfrutar de mi sueldo para otras cosas.
Me casé con un hombre que no tenía esta posición y que venía de un hogar donde no se le debía a nadie. Por supuesto esto generó entre nosotros conflictos que nos quitaban la paz.
Un día gracias a Dios pude romper con esa esclavitud de la deuda pues junto con mi esposo nos sentamos e hicimos un presupuesto y organizamos nuestras entradas y salidas.
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