“TODO APUNTARÍA A QUE EN 2016 LA SEGUNDA VUELTA SERÁ ENTRE ALAN Y KEIKO”
Antes de concluir la entrevista, Salomón Lerner Febres comenta que está releyendo “El pez en el agua”, de Mario Vargas Llosa. “Vea quiénes eran los que rodeaban a Mario Vargas Llosa en el Movimiento Libertad. Veía, por ejemplo, al señor (Rafael) Rey, que luego ha pasado por todos lados”, reflexiona.
Diego Hernández
-¿Usted cree que eso invalida a Rey como político?
Tiene derecho a cambiar las veces que desee, pero no del modo tal que en la nueva postura que asuma se coloque en las antípodas de aquella en que estaba.
-Pero eso pasa mucho…
Sí, pasa mucho y, de repente, ellos son muy íntegros moralmente, yo no puedo ponerme a juzgar. Pero lo que le digo son hechos. Hay gente que va cambiando de camiseta según las circunstancias sean más o menos favorables. Hay la libertad de pensar que es por interés político.
-¿Confiaría en un político así?
No, no, decididamente creo que la libertad no significa libertinaje, exceso y el hacer lo que me dé la gana. Un principio fundamental en la vida de los hombres es la coherencia y la lealtad a las ideas. Uno no puede defender ciertas ideas y luego pasarse y defender otras. Y aquí no se trata de ideas, se trata de personas.
-Eso dicen de Martha Chávez, por ejemplo. Le reconocen su consecuencia y lealtad a Fujimori
Yo respeto su consecuencia, relativa. Porque aquí cuando era alumna de la universidad era de la izquierda extrema. Ha madurado y se ha convertido al fujimorismo, que tiene como ideología “honradez, tecnología y trabajo”. Que yo sepa no hay otra ideología detrás. Y, bueno, sobre la honradez yo pondría mis reparos.
-A usted le dicen caviar, ¿le molesta?
No me molesta. Además porque ahí hay, a través de etiquetas, el intento de definir y tipificar a alguien.
-¿Ese tipo de etiquetas no reducen las posibilidades de un debate serio?
Tratan de hacer daño y tratan de reducir el debate y de anatemizar. De antemano lo que puedas decir no tiene sentido porque ya tiene su punto de vista y no lo va a cambiar y es un izquierdista, casi comunista, prosenderista probablemente.
-En 2016, existe la posibilidad de que en la segunda vuelta se enfrenten Alan García y Keiko Fujimori.
Las cosas apuntarían a eso…
-¿Cómo interpreta esa posibilidad?
Eso habla de que no tenemos memoria o la tenemos muy frágil. La política entendida en su sentido más recto no la comprendemos, no la practicamos, no la enseñamos, no tenemos partidos políticos. Keiko es el fujimorismo con la ideología de esos tres conceptos (honradez, tecnología y trabajo) y García de alguna manera no puede reclamarse de toda la doctrina del aprismo, que es una socialdemocracia. Su segundo gobierno no ha sido socialdemócrata, ha sido un gobierno más bien que se acercaba a un gobierno liberal o neoliberal; liberal en el sentido peruano de la palabra.
-¿Qué haría usted como ciudadano si tiene que optar por uno de los dos?
Fuera de llorar (suspira). ¿Hasta cuándo vamos a estar votando así, por descarte o por default?
-¿Pero se anima a votar por alguno de los dos?
Me hace usted una pregunta que invade mi privacidad, pero sí, al igual que usted, yo espero que no se dé esa situación, pero votaría por García porque finalmente ha guardado más las formas democráticas que Fujimori.
-Se habló de Gastón Acurio. ¿Él no representa la falta de líderes? ¿Se puede promover una candidatura así a pesar de que carezca de actividad política?
Claro que debe tener algo más, que es no una formación como gastrónomo sino como político. Pero actividad política en el sentido estricto de la palabra no la ha tenido.
-Si bien lo ha descartado, imaginemos que postula. ¿Eso no reforzaría la idea de una informalidad en la política peruana?
Vivimos en la informalidad política. No tenemos partidos políticos y seguimos en pleno siglo XXI a la deriva, con la vigencia de los caudillismos: el fujimorismo, el aprismo se ha convertido en alanismo, en el PPC la figura de Lourdes Flores.
-¿Cómo describiría el gobierno de Ollanta Humala?
Anodino. Yo esperaba una actitud menos inerte, menos pasiva de este señor. Hay ciertas cosas que finalmente no son ni de derecha ni de izquierda, sino de sentido común, que se tienen que hacer y no se hacen. Yo supongo que el poder encapsula a la gente y no te hace ver con claridad cosas que todos aplaudirían. Tiene que estar a la altura aquel que lidere un país, sin que el país se vuelva humalista.
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