Por: Juan José Garrido,
Dicen que a una sociedad se le mide por cómo trata a sus animales; intuyo que, por extensión, lo mismo se podría decir de otros indefensos, léase orates e idiotas.
Un rápido vistazo verificaría la hipótesis: son las naciones desarrolladas quienes privilegian los espacios especiales para el cuidado y protección de los mismos; tanto como observamos lo inverso en las economías atrasadas: el descuido y la miseria en la que viven. En nuestras latitudes, no obstante, llevamos a muchos de ellos a posiciones curiosas, inesperadas por decir lo menos.
Es el caso –por ejemplo– del Sr. Daniel Abugattás, a quienes los peruanos, con todo y su fama de histérico e ido, hemos llevado al Congreso. En efecto, todos conocemos de las dotes histriónicas, destempladas y chifladas del congresista Abugattás. Valgan verdades, conocemos de otras dotes menos importantes aun. No conocemos, empero, de sus cualidades y facultades para la fiscalización objetiva, la agudeza legislativa o a quién representa exactamente.
Por ello es que nos llama tanto la atención la apasionada defensa que procura en el caso de su colega, la congresista Uribe. Lejos de identificar los excesos de la misma, el congresista Abugattás la emprendió ayer contra los medios y, para ser más específico, con aquellos afines al Grupo El Comercio. Curioso o no, lo cierto es que ante una denuncia más que corroborada, verificada y probada (al punto que se encuentra en la mira de la Comisión de Ética y de la Fiscalía), don Daniel Abugattás no encontró mejor piñata para descargar sus bravuconadas que los medios de prensa. Actitud típica, dicho sea de paso, de las mentes totalitarias como vemos en el caso de Argentina, Cuba, Ecuador y Venezuela.
Como dijimos, a las sociedades se les reconoce por cómo tratan a sus desposeídos; por ello, desde esta esquina le alcanzamos a don Daniel –no obstante sus improperios– nuestros deseos por reencontrarse con la valeriana. Siga usted congresista con su trabajo, fiscalice un poco más a los suyos y deje a la prensa tranquila. A diferencia de usted, nosotros tenemos trabajo por hacer.
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