CUADERNO DE LA IZQUIERDA NACIONAL Nº34.
I. LA IMPORTANCIA DE UN LIBRO TITULADO: ¿QUË ES LA IZQUIERDA NACIONAL?
Por Alberto J. Franzoia
Corría el año 1983 cuando, al regreso de mis forzadas vacaciones en España, decido retomar la actividad militante. Era un año de extraordinaria efervescencia política, ya que después de diez años nuestro pueblo podría elegir democráticamente a su nuevo presidente. La última vez lo había hecho en septiembre de 1973, cuando Perón triunfó por más del 60% de lo votos. Luego ya se sabe, el terrorismo de Estado nos impidió elegir a nuestros representantes…aunque eso no fue lo único y tampoco fue lo peor.
Retomar la actividad política en mi Patria significaba buscar el espacio adecuado en el que se expresaran las dos banderas que defendí desde la adolescencia: el nacionalismo democrático-popular y el socialismo. Esa extraordinaria síntesis desde luego no era una creación mía sino que la había mamado en enormes intelectuales nacionales. Dos fueron los que más influyeron en mí formación de aquellos años: Juan José Hernández Arregui y Jorge Abelardo Ramos. En mi adolescencia creí como Arregui que el socialismo nacional sólo se podría realizar desde adentro del peronismo, de allí aquello de “porque soy marxista soy peronista”. Pero al regreso de España, tanto como de una gran frustración política tras la muerte de Perón, sobre la cuestión planteada comencé a sentir que la realidad de mi país me colocaba cada vez más cerca de Ramos: para construir un socialismo latinoamericano “es necesario cabalgar junto al peronismo pero en distintos caballos”. Se lo había escuchado decir al Colorado en un acto político en La Plata durante 1973, cuando militaba en la JUP.
En 1983 Ramos conducía uno de los partidos que fundó a lo largo de su vida, el Frente de Izquierda Popular, pero yo no lograba encontrar ningún local en La Plata. Un día viajando a Buenos Aires en micro, veo a la altura de Constitución una enorme pintada del FIP con su dirección porteña. Más que feliz por el hallazgo, realicé las actividades que habían originado mi viaje a la Capital Federal y luego partí apresurado al encuentro de dicho local.
Recuerdo que estaba ubicado en el barrio de Once, muy cerca de una vieja terminal de micros. Justamente de allí partían en aquellos años los que se dirigían de regreso a La Plata. Era una tarde de marzo recién iniciada y el calor de aquel verano apunto de fenecer aún se hacía sentir. En el local del FIP a esa hora no había casi nadie. Sólo dos compañeros se encontraban charlando en una de las salas del antiguo inmueble ubicado en un primer piso. Yo no los conocía, pero luego supe que eran jóvenes compañeros muy identificables en las filas de la Izquierda Nacional. Uno era el hijo mayor de Ramos, llamado Víctor, y el otro un periodista que poco después adquirió notoriedad por algunas investigaciones realizadas, sobre todo una sobre la secta Moon, Alfredo Silleta. Para mi satisfacción me informaron que en La Plata se estaba por abrir un local partidario (ubicado en calle 1 entre 70 y 71, frente al Policlínico San Martín), y una semana después instalaba mi humanidad en el asado inaugural.
Esa misma noche, entre chorizos, vacíos y vinos, conocí al Secretario General del FIP de La Plata, “el Negro” Néstor Fredes. Fue entonces, a fines de marzo de 1983, cuando comenzó mi militancia en esa Izquierda Nacional que cabalgaba junto al peronismo pero en distintos caballos. A los pocos meses Néstor consideró que por mis lecturas en el campo de la sociología, historia y política lo más adecuado era que desempeñara una tarea de formación con los muchos jóvenes que se acercaban al partido y poco después me integraron a la mesa de conducción zonal.
La tarea de formación política sabía que la disfrutaría muchísimo, sin embargo durante la preparación de materiales para los primeros encuentros me encontré con una dificultad: ¿qué texto era el más apropiado para introducir con sencillez a los jóvenes compañeros en un socialismo claramente imbricado en nuestra historia nacional y popular, y por eso mismo tan diferente de los socialismos conocidos en Argentina? Una suerte de ACB de la Izquierda Nacional. Y el Negro Fredes, con toda su experiencia militante encima, me dijo algo así: “mirá Flaco, el libro que te va a sacar de ese apuro es Introducción al socialismo de Madariaga”.
Así fue. Yo no conocía dicho texto, pero en cuanto comencé a leerlo comprobé que era el ideal para introducir a los nuevos militantes en un abordaje sintético y a la vez muy claro acerca de cuestiones esenciales para el campo nacional-popular en general, y para la Izquierda Nacional en particular. Lo primero que descubrí en su “Advertencia”, fue que tenía entre mis manos una reedición de 1974 con el título ya mencionado, pero en realidad el trabajo había sido gestado en 1968 y se tituló originalmente ¿Qué es la Izquierda Nacional? Luego supe que José Luis Madariaga era en realidad José Luis Echeverry, responsable de la traducción de las obras completas de Freud que publicó Amorrortu, como sostiene quien fuera su amigo, Norberto Galasso.
El texto aborda cuestiones tan diversas y a la vez vinculadas como: qué cosa es el capitalismo, cómo se insertó nuestra tierra en dicho sistema internacional, cuáles son las clases sociales más significativas en argentina, cuáles los movimientos nacionales del siglo XX, qué características tienen, qué es el socialismo, qué expresa una izquierda nacional y cuáles son sus banderas. Debo aclarar que la edición que estaba leyendo en aquella oportunidad, y que aún conservo en mi biblioteca, incluye además un conjunto de documentos que no estaban en la primera edición. Documentos sobre el Cordobazo, la formación del Frente de Izquierda Popular, las elecciones de 1973 y los casi 900.000 votos obtenidos por el FIP en septiembre de 1973 cuando apoyó la fórmula Perón-Perón desde la izquierda.
Cuando algunos compañeros me informaron en 2010 que se volvería a publicar la primera edición del libro (1968) con su título original y una introducción de Norberto Galasso en la que se refiere al autor (fallecido el 7 de enero de 2000) y la génesis de su obra, más un epílogo de Néstor Gorojovsky (Secretario General de Patria y Pueblo) sobre la vigencia del texto, sentí una inmensa felicidad porque consideré que era una necesidad de nuestro tiempo. Desde luego contiene algunos conceptos que merecen una actualización, a pesar de que conservan en lo esencial plena vigencia. Pero una cosa es actualizar y otra muy distinta vaciar de contenidos y hasta desaparecer conceptos fundamentales para el bloque nacional-popular. Dicho esto porque durante la posmodernidad, que alcanzó su apogeo en nuestra Patria con los dos gobiernos menemistas y se continuó hasta la explosión del modelo neoliberal en 2001-2003, fue común asistir al vaciamiento y aún a la desaparición de conceptos centrales en la lucha teórica contra el bloque oligárquico-imperialista. Tomaré como ejemplo sólo uno para no extenderme demasiado: el concepto oligarquía
Dicho concepto está entre los que deben ser actualizados, porque si bien el comportamiento de clase de ese grupo sigue siendo el mismo (capitalista pero no burgués, especulativo y antinacional, siempre vinculado al imperialismo), además de la oligarquía comercial y terrateniente han surgido nuevas fracciones (industrial y financiera) que actúan en escenarios actuales y complementan el accionar de las fracciones iniciales. Pero reitero que una cosa es actualizar y otra muy distinta vaciar de contenidos y desaparecer conceptos.
En Argentina el concepto oligarquía primero fue vaciado de contenido. Recuerdo que en 1989, antes de las elecciones que consagraron a Carlos Menem, participé en un panel en la facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata. El mismo estaba integrado por radicales y diversos representantes de la izquierda clásica, es decir de la que históricamente ha combatido a los movimientos populares de América Latina. Del campo nacional y popular sólo había dos representantes, un compañero peronista y quien escribe estas líneas, en nombre de la Izquierda Nacional, aunque ya no estaba en el FIP (que había comenzado a extraviar el rumbo con Ramos) sino en el Partido de la Izquierda Nacional conducido por el inolvidable Jorge Enea Spilimbergo. De pronto, en medio del debate, un estudiante preguntó que entendíamos por oligarquía. Respondió en primer lugar el compañero del peronismo, y sin sonrojarse dijo que la oligarquía es “un estado de ánimo”. Casi me caigo de la silla, pensé: ¡caramba, entonces mi vecino, que no tiene donde caerse muerto pero sueña con ser un potentado, es el enemigo! Allí comprendí que algo andaba mal. Después Menem ganó las elecciones, con nuestro apoyo incluido, y al poco tiempo de iniciar su mandato comprobamos que las cosas venían definitivamente muy mal.
Sin embargo el problema no concluyó allí. Más tarde el concepto comenzó a ser presentado como un concepto arcaico que debía retirarse de la circulación, porque la oligarquía, nos decían tanto reaccionarios de la derecha liberal como “progresistas” socialdemócratas, ya no existe, ha desaparecido. Claro que lo grave no era que esto lo expresaran los intelectuales orgánicos del bloque oligárquico-imperialista, sino que no pocos intelectuales del campo nacional-popular habían comenzado a comprar semejante teoría. Una teoría que apesta!!!
Seguramente por eso asistimos durante el conflicto por la Resolución 125, en 2008, a una enorme debilidad teórica por parte de integrantes del gobierno que defendemos. Como ocurrió con el ahora hipercrítico del oficialismo, el converso (converso?) Alberto Fernández. En esas circunstancias era frecuente escuchar el concepto “campo” en boca de no pocos militantes de nuestro bloque (Fernández entre otros) para identificar al adversario. Pero ese concepto da cuenta en el mejor de los casos de una realidad geográfica y demográfica donde se practica un tipo de actividad económica. Lo que no dice el concepto campo es qué clases lo conforman, cuáles son sus conflictos, y lo fundamental: cuál de todas esas clases es realmente dominante en lo económico y hegemónica en lo ideológico. Es decir, el concepto campo no da cuenta acerca de la existencia de un enemigo histórico llamado oligarquía agraria (el mismo que ahora en 2014 está nuevamente al acecho). Grueso favor que algunos le hacen a dicho enemigo, entregándole en bandeja clases y sectores sociales que pueden ser nuestro aliados si son identificados correctamente y se lleva una política acorde con dicha identificación. De más está decir, por otra parte, que una alianza popular no pude dejar afuera al conjunto de la clase obrera organizada, cuestión medular que desde luego tiene fuerte presencia en un texto como ¿Qué es la Izquierda Nacional?.
En definitiva, el breve ejemplo lo traigo a colación sólo para señalar de la manera más clara posible la importancia que adquiere no sólo para la Izquierda Nacional, sino para el conjunto del campo nacional y popular, la reedición de este tipo de trabajos teóricos. Porque es una muy buena manera de reforzar nuestra conceptualización de la realidad para dar la batalla cultural en la que estamos empeñados, tan necesaria para profundizar el actual proceso político que vive nuestra Patria. Porque además, si no se profundiza se cae, por lo menos como proyecto y práctica de los sectores populares. Sabemos que América Latina será transformada sólo mediante una acción profunda que modifique sustancialmente las estructuras en las que anida la dependencia y el subdesarrollo, pero también sabemos que esa práctica necesita de una teoría realmente alternativa a las que han gestado los intelectuales de las clases dominantes. Una teoría revolucionaria que la guíe. ¿Qué es la Izquierda Nacional? es un texto que tiene el mérito de devolvernos repletos de contenidos conceptos que en algunos casos deben ser actualizados, pero que en lo esencial conservan una enorme vigencia para nutrir la teoría del campo nacional y popular, suministrándonos un arma fundamental para conquistar cabezas y establecer con mayor claridad nuestro Norte en esta lucha sin pausa contra los enemigos históricos de la Patria.
La Plata, febrero 12 de 2014
(1) Este artículo está basado (con una actualización) en mi ponencia de 2010, cuando presentamos en el Centro Cultural América Criolla de La Plata la reedición del libro de Salvador Madariaga: Qué es la Izquierda Nacional?
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