LA DISCIPLINA DE DIOS
Que feo se siente cuando alguien nos corrige, por algún error cometido, aunque en muchos de los casos es para nuestro bien, pues eso no ayuda a cambiar de actitud y enmendar nuestros errores. Ante esto, a veces reaccionamos con enojo, motivados por algo que se llama orgullo. El problema es que si este prevalece, nos impedirá recibir los aportes beneficiosos que los demás pueden hacer a nuestra vida, quizás identificando aspectos de nuestro carácter que ni siquiera nosotros conocemos.
Aún recuerdo que la disciplina de mis madre me enojaba mucho, pero hoy doy gracias a Dios porque ella supo disciplinarme. Ahora soy yo, la que tengo ese rol de disciplinar a mi hija y sé que seguramente a ella no le gustarán mis correcciones, pero en última instancia es para que tanga un sano crecimiento.
Dios corrige nuestros errores y quiere que cambiemos ciertas actitudes que no son agradables antes sus ojos. Así como nos molesta que nuestros amigos nos corrijan, de igual forma reaccionamos con Dios, pero aunque no nos gusta, sabemos que nos ama y que es por nuestro bien.
Aunque en el momento, no sea fácil de entender, cuando todo haya pasado, veremos que pudimos madurar y que eso fue importante para nuestro crecimiento. Así que ya no te enojes con Dios por su disciplina, al contrario dale gracias y pídele sabiduría para entender porqué lo hace.
“...Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él; Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo”. Hebreos 12:5-6
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