Reproducción de la columna ‘Las palabras’ publicada en la edición 2305 de la revista ‘Caretas’.
Grandes reportajes
Rio de Janeiro.- Cada año se acentúa el dilema. Premiar los mejores trabajos de periodismo de investigación realizados en Latinoamérica se hace crecientemente difícil porque no solo aumentan los buenos sino mejoran a la vez.
Hace pocos años, lo he citado más de una vez, en medio de la crisis que devastó a buena parte de los medios tradicionales, el famoso periodista brasileño Rosental Alves, reflejó la angustia imperante con su hoy célebre cri de coeur: “¡El periodismo de investigación está siendo asesinado!”. El grito resonó entre las calles oscuras de Ciudad Gótica, le abrió la sonrisa a Lex Luthor, pero se escuchó también como una clarinada que movilizó energías, pensamiento, creatividad y algunos recursos para lograr que el ataque no terminara en muerte.
Fast forward a Rio de Janeiro esta semana. Nadie hubiera pensado ahí que el periodismo de investigación pasaba por crisis alguna. Más de 1,400 periodistas, metaperiodistas, estudiosos y estudiantes llenaron el campus de la Pontificia Universidad Católica de Rio de Janeiro, para asistir a lo que ha sido una de las mayores convocatorias de periodistas de investigación en el mundo.
El COLPIN, la Conferencia Latinoamericana de Periodismo de Investigación, que desde hace varios años se reúne para presentar y discutir los trabajos del concurso de IPYS, integró su evento con el de ABRAJI –la asociación brasileña de periodismo investigativo–; y ambas con la Conferencia Mundial organizada por el Global Investigative Journalism Network; en la que también participó el Consorcio Internacional de Periodismo de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés).
Ese congreso de siglas que no son eufónicas pero sí potentes se tradujo en una abundancia frecuentemente abrumadora de seminarios y talleres. Se abordó casos, metodologías y procedimientos, expuestos en muchos casos por los mejores periodistas de investigación del mundo. Hubo una sensación de energía intelectual, de intensidad y hasta de optimismo.
En ese contexto, el jurado (del que formo parte) premió a los trabajos latinoamericanos este año. Hubo algunos nombres nuevos, pero la mayoría de los finalistas fueron periodistas cuajados cuyos trabajos muestran la experiencia adquirida y la incorporación de nuevos métodos y conocimientos.
A continuación, un resumen apretado de los trabajos que merecieron mención honrosa y de quienes ganaron los tres primeros puestos.
• Hugo Alconada, del diario La Nación, de Argentina, llevó a cabo un seguimiento inteligente y pertinaz del llamado ‘caso Ciccone’, en una investigación apropiadamente titulada: “La máquina de hacer billetes”, que compromete al vicepresidente argentino, Amado Boudou.
• Otra investigación sobre manejos corruptos en las compañías encargadas de acuñar moneda e imprimir billetes, fue la ‘Fábrica de dinero’, de los periodistas Andreza Matais y José Ernesto Credendio, de Folha de Sao Paulo.
• Los brasileños, y especialmente el programa ‘Fantástico’ de TV Globo, son maestros en el uso de la cámara escondida. La “Mafia de concursos públicos” fue una investigación realizada por Giancarlo Barzi, Marcelo Theli, Renato Nogueira, Alexandre Tandy, Halex Vieira y Giovani Grizotti.
• CIPER, de Chile, la excelente publicación digital de periodismo investigativo, logró una mención honrosa con el trabajo “Cómo opera el lucro en las universidades chilenas”, realizada por Juan Andrés Guzmán, Juan Pablo Figueroa y Gregorio Riquelme. El jurado destacó la importancia de investigar la corrupción privada.
• Casi todos los trabajos colombianos tuvieron un tema común: el de los campesinos que luchan y mueren por recobrar las tierras arrebatadas en el pasado por paramilitares y por el crimen organizado. Gina Morelo, de El Meridiano, de Córdoba; y el equipo periodístico de Verdad Abierta, liderado por María Teresa Ronderos obtuvieron menciones honrosas por un extraordinario trabajo periodístico.
• El veterano periodista Ignacio Gómez, tuvo mención honrosa por su trabajo: “La fiebre del Coltan”, otro tema novedoso y muy importante.
• Moisés Martínez, de La Prensa de Nicaragua, fue reconocido por su trabajo sobre“Los privilegios fiscales de la familia presidencial” (es decir, la familia Ortega). El título describe bien el tema y los difícilmente refutables hallazgos.
• El trabajo de Óscar Castilla, de El Comercio: “De Madre de Dios a Suiza, los senderos del oro ilegal” recibió también una muy justa mención honrosa.
• La paraguaya Mabel Rehnfeldt, de ABC Color, fue mención honrosa gracias a un trabajo de título que se explica solo: “La gran vida en Londres a costa de jubilados”.
Y así llegó el momento de definir los tres primeros premios entre tres trabajos extraordinarios.
Entre la audacia del reportaje y la exigencia de la corroboración, el periodismo investigativo latinoamericano retoma la iniciativa.
Giannina Segnini, de La Nación, de Costa Rica, ha ganado dos veces el premio IPYS y muchos otros más. Junto con su colega Ernesto Rivera presentó el trabajo:“En casa de herrero, cuchillo de palo”, que probó cómo la mitad de los miembros del gabinete de Costa Rica, encabezados por su ministro de Hacienda, subvaluaron propiedades para disminuir su pago de impuestos. Esta serie de reportajes ganó el tercer puesto.
El título de la serie investigativa: “Policía fuera de la ley” indica el tema y sus peligros. Liderado por el periodista Mauri König, el equipo del diario Gazeta do Povo, del Estado de Paraná, (Albari Rosa, Diego Ribeiro, Felippe Aníbal), reveló y documentó el robo de millones de dólares asignados al mantenimiento de las comisarías estaduales. El pequeño y corajudo grupo de periodistas sacó también a luz el uso corrupto de vehículos estatales. Los periodistas, sobre todo König, corrieron serio peligro, pero nada de ello los arredró ni impidió llevar su investigación hasta el final. Recibieron el segundo premio.
Cuando la publicación digital salvadoreña ‘El Faro’, informó con detalle y precisión que el gobierno de su país había acordado un pacto secreto con los líderes de las dos Maras principales de El Salvador (la Salvatrucha-13 y la Barrio 18), dando beneficios penitenciarios a los líderes encarcelados, a cambio de la reducción de la violencia, la revelación fue recibida con furibundos desmentidos del Gobierno, de los jefes de las maras y hasta de organizaciones intermediarias. El ministro de Seguridad indicó que los muy enojados mafiosos iban a atentar contra los periodistas de El Faro. Cuando se le preguntó qué iba a hacer él para impedirlo, repuso que ya había cumplido con advertirles.
La solidaridad internacional, pero sobre todo, la profundización de lo investigado, con un nivel de detalle sorprendente e irrefutable, por los periodistas de El Faro (Óscar y Carlos Martínez, José Luis Sanz, Efrén Lemus, Roberto Valencia y Sergio Aráuz) no dejó duda alguna sobre la verdad de los hechos. Este grupo de periodistas intrépidos, con calidad investigativa y destreza narrativa, formados en El Faro, el pionero periódico digital fundado y dirigido por Carlos Dada, ganó el primer premio.
Disminuido quizá en números absolutos, insuficiente frente a la repotenciada corrupción, pero cada vez más solvente y diestro, más integrado en redes internacionales, el periodismo investigativo latinoamericano demuestra que la manera de prevalecer, de congelarle la sonrisa a Lex Luthor, ha sido y será tomar la iniciativa, vivir peligrosamente entre la audacia del reportaje y la exigencia de la corroboración
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