¡No te sueltes de su mano!
Una madre cruzaba el río junto a su hijo. Entonces la madre dijo: -Hijo, agarra mi mano.
El niño respondió: -No mami, mejor tú agarra la mía.
La madre preguntó: -¿Cuál es la diferencia?
El niño respondió temerosamente: - Si algo me pasa mientras cruzamos, seguramente yo soltaré tu mano, pero si tú tomas la mía, estoy seguro que pase lo que pase, ¡No me soltarás!
Mujeres buenas hay muchas, pero tú las superas a todas. Proverbios 31:29 (NTA)
Una madre es una mujer esforzada, valiente y de carácter; mantiene su dignidad y enfrenta confiada el futuro. Habla con sabiduría y enseña a sus hijos con amor. Siempre está pendiente de su casa y de que todo marche bien. Su amor es incondicional y desinteresado. No hay persona que te conozca mejor que ella, ni que sepa lo que realmente necesitas, aún sin decir una sola palabra.
Si todavía tienes la dicha de tener a tu mamá con vida, no esperes una fecha especial para expresarle tu gratitud; hoy es el mejor día para decirle cuánto la amas, lo privilegiado que eres de tenerla a tu lado y de reconocer todo su esfuerzo, sacrificio, tiempo y dedicación.
¡Solo merece alabanzas la mujer que obedece a Dios!
Esta clase de amor podemos compararlo al que Dios nos tiene, porque a pesar de las circunstancias, El jamás deja de amarnos; siempre nos perdona, está pendiente de que nada nos falte; en ningún momento nos abandonada, cuida nuestra salud, guarda nuestra vida de todo peligro y bendice nuestro trabajo.
Dondequiera que vayamos, no podemos salir fuera de los límites de su amor y cuidado. Lo único que necesitamos hacer es confiar en Él y avanzar por el camino que nos ha puesto por delante.
Tenemos razones suficientes para agradecerle por el sacrificio que hizo, al enviar a su único hijo, Jesucristo, a morir por nosotros. Esa es la expresión de amor más grande que pudo darnos, aún sin merecerlo.
¿Cómo podemos retribuir a su amor? Siendo obedientes a su Palabra, agradecidos por nuestra salvación y haciéndolo todo como para El.
Porque yo Jahve soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo. Isaias 41: 13
Su amor constante y fidelidad son promesas a las que podemos aferrarnos cada día.
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