Sucede en imagen corporativa. Lo que bien se hace mal acaba por la ligereza y torpeza de los funcionarios.
Otro de los deslices fue la procaz, atrevida, desvergonzada desafortunada, insulsa, inoportuna, tonta,
estulta y desacomedida intervención del asesor y funcionario regional Juval Córdova. Quien no tuvo
la inteligencia de utilizar un mejor ejemplo que la desventurada historia del guardián del prostíbulo
que se quedó sin trabajo cuando cerraron el establecimiento. Desconocemos si por estrechez de mente,
estupidez humana o por ese orfandad intelectual que esgrimen muchos funcionarios. Esa mañana estuvo
escaso de ideas. Muchos coincidieron en afirmar: ¿”qué podemos esperar en Piura con este linaje de bestias
parapetadas en el poder”?
Quienes me han pedido opinión sobre esta materia son estudiantes de comunicación de las universidades
locales incluyendo la UNP, la UDEP y Alas Peruanas. Y tengo que advertir, por decoro, que el responsable
de estos desatinos no es el bienintencionado jefe de imagen don Tomás Saavedra. O la ignorancia de los
protagonistas. Es ese maltrato cotidiano que reciben los comunicadores por quienes usufructúan perentoriamente
del poder. Para ellos los periodistas que no comparten su modo de ser y son críticos oportunos de sus malas
gestiones son como la piedra en el zapato.
Desconocemos si el funcionario de marras tiene a los puteríos en la punta de la lengua, si los frecuenta y es
caserito o si ha realizado estudios post-graduales en administración de burdeles. Lo cierto es que su ejemplo
denota una precariedad intelectual a todas luces lindante con las malas maneras y los malos decires. La ética y
la moral se deslizan como telón de fondo en cada uno de sus actos. Sucede que muchos inescrupulosos
confunden al periodismo, viejo oficio con el oficio más antiguo del mundo.
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