viernes, 15 de noviembre de 2013

PLANTEAMIENTOS INVEROSÍMILES A CONTRACORRIENTE

Ecofacismo y ecoterrorismo

Por: Miguel Santillana

Me puse a investigar estos temas pues me llamó poderosamente la atención que Domingo a Domingo un grupo de activistas vayan a los alrededores de la Plaza de Acho para agredir física y verbalmente a quienes quieren disfrutar de la corrida de toros. No soy un fan de la tauromaquia pero eso no me da el derecho de querer imponer por la fuerza mis convicciones. Las corridas de toros se acabaran cuando los potenciales asistentes al espectáculo tomen conciencia de lo que acontece en el ruedo y dejen de asistir, no porque una horda de iluminados me lo imponga. El imponer ideas por la fuerza es un acto fascista y hay que rechazarlo.
A continuación un resumen de lo que encontré sobre estos temas.
Luego de la Caída del Muro de Berlín en octubre de 1989, la izquierda tuvo que redescubrir un discurso para proseguir su crítica al demonio de siete cabezas: el capitalismo. Pero esta vez un capitalismo a escala mundial, un capitalismo globalizado.
Hay que aclarar que el capitalismo siempre tuvo escala global, en especial cuando hacia finales del s. XV, Occidente confirmó que la Tierra era redonda. Lo que trae como novedad la globalización son las tecnologías de información y comunicación que revaloran al individuo, sus posibilidades y derechos a escala global. En paralelo, se dan los movimientos masivos de capital sin bandera que reaccionan instantáneamente a los movimientos del mercado mundial 24/7. Hasta el momento, la agilidad del capital es más determinante que la globalización de los valores de la democracia Occidental. No por mucho tiempo más.
Pero volvamos a los camaradas. La solución la encontraron no en Marx, Engel, Lenin o Mao. La crítica al capitalismo había que buscarla en la cuna del capitalismo. Ralph Nader (Winsted, Connecticut 1934), hijo de migrantes libaneses, graduado de Princeton y Harvard, es un crítico del consumismo norteamericano (la energía que gastan y la contaminación para generarla, la cantidad de desechos que producen), es un defensor de los derechos del consumidor (derecho de información de lo que contiene un producto o servicio que consumimos y las posibilidades de hacernos daño), un crítico del financiamiento de las corporaciones de las campañas políticas para acceder a la definición de políticas públicas a nivel doméstico e internacional, etc. El “consumidor” que identifica Nader no debería ser concebido como un comprador compulsivo, sino más bien como un participante activo en instituciones democráticas. Un ciudadano consciente que participa del interés público. Pero eso no importa para la izquierda.
La zurda reciclada, toma las ideas de Nader acerca del sobreconsumo de Occidente y plantea el desarrollo de energías alternativas, una revalorización de los productos orgánicos, de los animales (la legislación Nazi fue la primera en reconocer derechos a la naturaleza y los animales), una nueva dieta para alimentarnos, estilos de vida alternativos, etc. Regulación y control a las empresas, pero también a los individuos.
Entre los pensadores más radicales tenemos a Kaarlo Pentti Linkola (1932, Helsinki) es un ecologista finlandés. Considera que la humanidad está destruyendo el medioambiente, y por eso plantea como solución la reducción del número de personas en el mundo y la desindustrialización. Su ideal de sociedad es una dictadura totalitaria, gobernada por una élite intelectual, donde la mayor parte de la población tenga el nivel de vida de la Edad Media y el consumo esté limitado solamente a recursos renovables. La aplicación del darwinismo social a través de la eugenesia (mejora de las cualidades genéticas humanas) y castigo para quienes abusan del medio ambiente.
Pero hay quienes han pasado de las ideas a la acción: el ecoterrorismo es el uso de prácticas terroristas en apoyo a causas ecologistas, medioambientales, o de derecho de los animales. Los grupos más notables son El Frente de Liberación Animal (FLA) y el Frente de Liberación de la Tierra (FLT- los Elfos por su denominación en inglés). El FBI calcula que dichos grupos han causado daños por US$ 500 millones desde el 2003.

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