Poder sin liderazgo
Por Alfonso Baella
El código del líder es el título de una interesante y reciente obra que muchos deberían leer. El autor es Donovan Campbell, un aplicado capitán del cuerpo de Marines de los Estados Unidos –primero de su clase– que estudió y se graduó en Princeton y Harvard Business School y que tiene varias condecoraciones por acciones en combate entre las que destaca la Medalla de Bronce al Valor durante las operaciones de su comando en Afganistán y Irak.
En su libro habla de seis virtudes y una condición fundamental para ser un líder. Las primeras son: humildad, excelencia, amabilidad, disciplina, coraje y sabiduría. La condición fundamental es el carácter. Campbell extrae el código de su experiencia en el campo de batalla y propone su aplicación para cualquier emprendimiento que requiera conducción e inspiración.
Si repasamos la coyuntura política actual es muy posible que las seis virtudes y la condición, señaladas por Campbell, sean difíciles de reconocer entre quienes hoy detentan el poder. Sin duda ni la amabilidad ni la excelencia acompañan a los ministros voceros; la humildad, la disciplina, el coraje y la sabiduría son las características más ausentes en nuestros parlamentarios; posiblemente tampoco sea la excelencia, la virtud de nuestros alcaldes y/o presidentes regionales, y el carácter parece no acompañar a nuestro presidente. Podría ser esto sólo una percepción pero como todos sabemos bien la realidad está formada por percepciones. Estas virtudes no están presentes –eso es claro– y por lo tanto la falta de liderazgo es una realidad.
Pero más allá de criticar sólo a los elegidos es importante también que los electores nos miremos en un espejo. A los elegidos democráticamente los pusimos nosotros donde están. Si ellos ejercen el poder, en nuestra representación, fue gracias a nuestros votos y, por lo tanto, parece que esas virtudes no las consideramos cuando nos enfrentamos al ánfora electoral y les dimos por cinco años el poder. Si bien una forma de ejercer la ciudadanía es fiscalizando –y las redes sociales son un medio que sirve a ese fin permitiendo que uno se informe y contraste lo que dice y hace la autoridad– la otra igualmente importante es votando.
Seamos conscientes del valor de nuestro voto, de la trascendencia del mismo y de lo malo que puede ser poner en el gobierno a personas sin virtudes. En el Perú hay millones de líderes auténticos; mujeres y hombres con verdadero carácter. Afinemos la puntería para no repetir el triste espectáculo que hoy vivimos.
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