viernes, 7 de marzo de 2014

QUIERO VER TU HERIDA

QUIERO VER TU HERIDA
 
Una pareja, que viajaba en avión tuvo un accidente, gracias Dios varios pasajeros lograron salvarse, mientras que otros quedaron desaparecidos, no habiendo rastro alguno de ellos.  Lucas, buscó intensamente a su esposa Laura, por tres años, al cabo de cual, con dolor y tristeza tuvo que aceptar la realidad. Se dedicó de lleno a su negocio, y en unos cuantos años había prosperado bastante. Aunque ya había pasado mucho tiempo se decidió a usar un último recurso para encontrar a su esposa, así que contrató los servicios de un detective privado para que averiguara lo que pudiera acerca de su esposa desaparecida. El detective descubrió que una joven con el rostro desfigurado por cicatrices había sido rescatada, así que se dio a la tarea de encontrarla. Por fin la halló en una casa a pocas cuadras de la fábrica de Lucas, donde había estado trabajando como empleada doméstica. No había duda: era la esposa. La  mujer había aceptado ese empleo porque sabía que así podría, aunque fuera a distancia, ver al hombre a quien amaba tanto. Después de derramar muchas lágrimas, se vieron otra vez cara a cara. -¿Por qué te escondiste, mi amor? -le preguntó Lucas. -Por estas cicatrices -respondió sencillamente ella. -¿No sabías que estaba loco por verte? -insistió él. -Es que no soportaba que me vieras así -contestó cabizbaja-. Pensé que sería muy grande tu desilusión. La esposa de Lucas ignoraba que el amor de su esposo no era superficial, no contempló la posibilidad de que fuera un amor incondicional.
Así mismo es el amor de Dios hacia sus hijos, tal vez tienes cicatrices, heridas y marcas que muestran lo que fue tu vida, pero el amor de Dios es incondicional y no superficial. Aunque hasta ahora no se nos haya ocurrido, muchos de nosotros somos iguales que aquella esposa. Pues así como ella ignoraba que era incondicional el amor del hombre con quien se había casado, también muchos ignoramos lo incondicional que es el amor de Dios.
Muchos han dejado de buscar a Dios, de congregarse, de hablar con Él por sentirse indignos, con vergüenza, y es que tal vez sean quemaduras  en el alma, cicatrices en el corazón, pero Dios borra todo ese pasado,  pues no son los sanos los que necesitan médico sino los enfermos. "Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados." Isaías 43: 25
El amor que Dios pone en nuestro corazón es más profundo que las cicatrices de nuestro pecado. No trates de ocultar lo que te pasó, muestra tus heridas, confiesa tu dolor, deja que Dios vea esa llaga, que solo Él puede y quiere sanar.

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