La condena política peruana
La Trampa del Corto Plazo
Pablo Bustamante Pardo
¿Cuantas veces nos hemos preguntado por qué en el Perú nuestros
políticos solo están en temas de corto plazo, y en los codazos y zancadillas
propios de juegos de poder, y no en la concepción, venta y ejecución de ideas y
proyectos de largo plazo?
En el Perú acceden a las posiciones de gobierno central, el parlamento
y las regiones, fundamentalmente, individuos, pero no los miembros o
representantes de partidos políticos o de líneas de pensamiento y esquemas
programáticos que, lamentablemente, no existen.
En la mayoría de países democráticos quienes llegan a las posiciones
de poder son parte de colectivos políticos representados por los candidatos o
líderes, que se van turnando en el tiempo para ejercer las posiciones de
gobierno, en función de las visiones y programas de los respectivos partidos
políticos que los auspician. Estos países tienen organizaciones políticas con
trayectoria y proyección, ya sea en el gobierno o en la oposición, que actúan
en función de una escuela de pensamiento que se expresa en sus conductas más
allá de los procesos electorales.
Este proceso de la política expresada a través de partidos con
compromisos de largo plazo, muchas veces a través del bipartidismo, conlleva
grandes beneficios para sus sociedades, ofertas políticas con expedientes de
acción conocidos, con esquemas de gobierno predecibles dentro de rangos
razonables, y ejercicios del poder en todos los estamentos del gobierno. Todo
esto forma parte del desarrollo de los programas partidarios, que no se inician
y terminan con cada período de gobierno, pues, una y otra vez, los representantes
de los partidos se irán sucediendo en las posiciones de gobierno y de la
oposición.
Lamentablemente, nuestra realidad está muy lejos de este proceso. No
tenemos partidos políticos y, cuando los hemos tenido, han sido, frecuentemente,
agrupaciones caudillistas que más que representar una escuela de pensamiento,
se expresan como la adhesión a líderes carismáticos u oportunistas.
¿Cuál es el comportamiento de alguien que, de pronto, accede a
posiciones de gobierno sin representar un compromiso partidario orientado al
desarrollo de políticas y programas de largo plazo, tal como sucede en el Perú?
Pues, improvisar equipos de gobierno, armar un conjunto de ideas y
planteamientos y acciones de gobierno que puedan generar resultados y réditos
políticos durante los respectivos períodos de sus mandatos.
Estos administradores del bien público elegidos, ya sea para el
gobierno central, el Congreso, o las regiones, detentan, de pronto, la
“propiedad” de puestos de comando a los que tienen que sacar el jugo en el
cortísimo plazo, ya sea buscando el aplauso popular, acicate de un populismo
desbocado que hemos sufrido una y otra vez, o promoviendo beneficios personales
para sí mismos o para los amigotes de turno, cuando no se las ingenian para permanecer
en el poder más allá de los plazos constitucionales.
Esta situación se configura como una trampa que nos condena a una
política orientada al corto plazo, con altísimos grados de incertidumbre sobre
el devenir de la acción de los gobiernos, y al borrón y cuenta nueva que impide
el desarrollo de políticas de Estado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario