CRISTINA EN SUS TRECE

La nueva realpolitik de Cristina

Los últimos discursos de la presidente no se apartan del relato que lleva su sello personal y que se identifica con el pensamiento único. Sus actos, sin embargo, se van apartando del relato, en la búsqueda de caminos para sobrevivir en un contexto cada vez más adverso. Con el acuerdo entre YPF y Chevron, el gobierno sepultó la retórica de la soberanía hidrocarburífera y giró 180 grados. A tal punto que las cláusulas secretas de lo acordado podrían implicar concesiones inadmisibles a la multinacional petrolera. El estrellato político del Jefe del Estado Mayor del Ejército, General César Milani, hubiera sido inconcebible menos de un año atrás. Su rol como jefe de una SIDE paralela sería una muestra más de la nueva realpolitik presidencial. Cristina habría asumido que cualquiera de los escenarios probables para después del 27 de octubre implicarán una alta conflictividad y que el gobierno deberá lidiar con una triple agitación: la oposición política podría retomar la iniciativa si, como todo parece indicar, el proyecto reeleccionista está agonizando. Pero además el recalentamiento inflacionario parece asegurar un segundo semestre con la conflictividad social y sindical en alza. Milani no es por cierto el recurso más presentable en sociedad para enfrentar la crisis, pero sabemos que Cristina no pretende que sus adversarios la respeten sino que se conforma con que le teman y el espionaje suele ser eficiente en este sentido. Atacado por denuncias de corrupción y también por presuntas violaciones de derechos humanos, Milani es tal vez el primer general con poder propio desde el retorno de la democracia. Una de sus propuestas para reforzar el gobierno es que las fuerzas armadas intervengan directamente en la seguridad interior combatiendo el narcotráfico. Una solución que se aplica hoy en casi toda Latinoamérica. Coincidentemente con la postura de Milani, CFK viajó a Colombia para reunirse con el presidente Juan Manuel Santos, que de bolivariano no tiene nada, y firmar un acuerdo para combatir el crimen organizado y el narcotráfico en particular. Aunque en forma indirecta, este gesto marca alguna distancia con el régimen de Caracas y tiende un puente hacia la alianza del Pacífico, esto es, el pacto político y comercial que teje el Departamento de Estado con Chile, Perú y Colombia.

Cómo alivianar una derrota

En el plano electoral, también se advierten sutiles cambios. Cuando las usinas oficiales anunciaron que CFK se pondría la campaña electoral al hombro, todos imaginaron que recorrería diariamente municipios del conurbano avalando a Martín Insaurralde, su primer candidato a diputado nacional por Buenos Aires. Sin embargo, la participación presidencial en la campaña es sensiblemente menor a la esperada y, según una fuente, se volvería cada más esporádica. ¿Está asumiendo ella que la tendencia es irreversible, que Sergio Massa será el más votado en la primaria bonaerense del 11 de agosto y que le conviene entonces tomar distancia de la derrota? De un modo u otro, Cristina pagará un alto costo político si el Frente para la Victoria sale segundo en las PASO. Pero sería significativa una actitud más especulativa y de menor compromiso con los candidatos, dejando en Buenos Aires que Daniel Scioli se convierta en el padre de la derrota en su rol actual de acompañante de Insaurralde en los actos. La situación en algunos distritos claves justificaría que CFK haga estos ajustes. Por ejemplo, en Santa Fe, Jorge Obeid parece encaminarse a un tercer puesto, detrás de Hermes Binner y Miguel del Sel, en tanto que en Capital hoy los números dicen que Daniel Filmus perdería la senaduría porteña, lo que tendría alto impacto, por tratarse de la mayor caja resonancia del país. Se puede deducir que, si efectivamente la presidente se despega en cierto modo de sus candidatos perdedores, después de las elecciones en el oficialismo habría ajustes de cuentas. La nueva tendencia presidencial hacia un pragmatismo más crudo incluiría también por estos días ciertas gestiones diplomáticas para evitar que, a su inminente paso por Brasil, el Papa Francisco haga alusiones criticas referidas a la realidad argentina.