El incremento inesperado de los precios de los metales y del petróleo en la última década le ha caído muy bien a Latinoamérica. Pero debemos reconocer que esta inyección de “endorfinas” no necesariamente se ha debido a un incremento substancial en el uso eficiente de nuestros “input mix”.
Un país puede incrementar su PBI per cápita en razón de una mayor eficiencia en el uso de sus factores de producción (inputs), y acompañado de una producción de bienes y servicios más diversificada y sofisticada tecnológicamente, puede asegurar una mayor sostenibilidad en el crecimiento. Pero estadísticamente también puede crecer su PBI basado en un ciclo de incremento de los precios de sus materias primas (por ejemplo), sin haber logrado mayores ganancias de eficiencia. Seguramente que en el primer caso la volatilidad del PBI será menor que en el segundo.
¿De qué depende que un país tome una determinada ruta de crecimiento?: de sus gobernantes. Seguramente que en Latinoamérica podremos encontrar algunos gobernantes que prospectivamente hayan diseñado y ejecutado (lo más importante y difícil) adecuadas políticas públicas para aprovechar los “años de bonanza” de los precios de sus materias primas y “capitalizarlas” hacia el fortalecimiento de la capacidad productiva del país, que finalmente es incrementar la complejidad del “stock de conocimiento” para generar más riqueza. Claro, habrán otros gobernantes que simplemente habrán sido aconsejados por el “Dios Vaco”.
Las sociedades que hayan hecho “la tarea” no solamente habrán mejorado la calidad de su tejido empresarial e incrementado la productividad media de sus factores (redundando en mejores salarios, por ejemplo), sino que estarán mejor preparadas para cuando el “efecto precio” de las materias primas pueda entrar en una situación estructural “hacia la baja”. Aquellas sociedades que se “fueron de farra” estarán mucho más proclives hacia la convulsión social, pues no “capitalizaron” nada en los buenos tiempos (capital físico, humano y social).
Y de seguro que vendrán los primeros levantamientos de la “Primavera Latinoamericana” en Venezuela, Bolivia y Argentina, por ejemplo. Lo actualmente ocurrido en Brasil es un chiste. Cuando se despierten de la “borrachera”, y entren en la etapa depresiva, recién los ciudadanos se darán cuenta de la traición de sus gobernantes y le echarán la culpa a “la democracia”. No me extrañaría que Bolivia pueda llegar a ser un “Estado Fallido”, en este escenario.
¿Dónde nos vemos nosotros?. Creo que hemos hecho la tarea “a media caña”. ¿Por qué?. Pues porque simplemente los que han accedido al poder han sido políticos “de media caña”. Y tenemos que reconocer que los políticos que nos han gobernado (y nos gobiernan) han resultado de un proceso aleatorio “endógeno”: todos nos mojamos.
El Presidente Humala lamentablemente no tiene el talento, talante, ni liderazgo suficiente como para enrumbar al país por caminos cualitativamente superiores a los actuales, ni mucho menos a la velocidad requerida. Habrá que empujar el carro hasta el 2016.
Lo que me queda claro es que sería una tremenda desgracia que en el quinquenio 2016 – 2021 volvamos a caer en manos de esos políticos “de media caña”. Me resisto llegar al Bicentenario del Perú en una posición “mediocre” respecto a nuestros pares Latinoamericanos más destacados. Me encantaría – por ejemplo – que antes del 2021 hayamos logrado entrar al “club” de la OECD, como ya lo han hecho México y Chile (los únicos países Latinoamericanos miembros de este organismo).
La responsabilidad de los verdaderos líderes políticos (talentosos, probos y virtuosos) implica el permanente sacrificio personal (qué mejor ejemplo que el de Nelson Mandela). Estos líderes pierden “su libertad”, pues han trascendido hacia las dimisiones de la Res Publicum. Los verdaderos líderes tienen que estar dispuestos a “ponerse el país en los hombros y espaldas” en el momento que así lo exijan las circunstancias. Este tipo de líderes son absolutamente escasos en el Perú, pero los hay.
No quiero una “Primavera” Latinoamericana para mi país: ustedes?
Quiero ver a mi país recobrar ese prestigio del “Vale un Perú”: ustedes?.
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