REPARTIJA VERGONZOSA
Juan Paredes Castro
El sistema político peruano se presta a muchas cosas, entre ellas a ser objeto de frecuente maltrato, a manos, irónicamente, de quienes debieran cuidarlo y defenderlo. Es el sistema político en el que se toman las más importantes decisiones del país. El sistema político es el que sostiene el contrato social nacional, expresado en la Constitución.
Es el sistema político encargado de proyectar, hacia adentro y afuera, las señales de confianza para quienes invierten, producen, trabajan, piensan y debaten.
Es el sistema político en el que concurren los poderes públicos y privados, los partidos y la sociedad, con el elevado propósito de darle gobernabilidad y estabilidad política y económica al país. ¿Por qué entonces el afán de violentarlo, desacreditarlo y ridiculizarlo? La forma como el Congreso busca cubrir las vacantes, por la vía constitucional, de elevados cargos en la Defensoría del Pueblo (el de su propio titular), en el BCR y en el Tribunal Constitucional, no responde a la necesidad de instalar en los mismos a las más calificadas personalidades, en razón a su trayectoria, prestigio y moral.
La conveniencia política y la transacción oportunista han cambiado bruscamente las reglas para que las designaciones en tales cargos se materialicen por cupos. Él toma y daca de siempre. El hoy por mí mañana por ti. El que a Perú Posible, receloso del fujimorismo, no le importe que el abogado Rolando Sousa vaya al TC, con tal que le aseguren a su militante Pilar Freitas, de muy baja estima pública, ser la nueva defensora del Pueblo.
El humalismo parlamentario tampoco hace asco del fujimorismo a la hora en que persigue colocar sus candidatos en el TC y en el BCR, atendiendo a lo mismo: a los cupos. Así, persigue licenciar a un embajador en España y otro en Cuba para pasarlos de la labor diplomático política, adicta al régimen, a la función jurisdiccional del TC, que exige independencia frente al poder. Todo un enroque de intereses por intereses. Ningún propósito ni demostración de contribuir al balance de poderes en una democracia de escasos y pobres liderazgos.
La más respetable reacción a esta repartija indecente son las renuncias de los doctores Pedro Cateriano, actual ministro de Defensa, y Marcos Ibazeta, ex-presidente de la Corte Superior de Lima, a sus candidaturas al Tribunal Constitucional, organismo que en los últimos tiempos ha venido perdiendo peso y prestigio y en el buscan ahora encaramarse políticos y magistrados empeñados en obtener una jubilacion dorada.
Pero hay otra repartija de cargos en procuradurías y comisiones investigadora con todo el acierto que puedan tener en su trabajo, no pueden alejar de sus funciones la injerencia gubernamental y parlamentaria oficialista, de modo que sus resoluciones tienden no solo a perder crédito si' parecer persecutorias.
Con un sistema político así de maltratado, manoseado y expuesto a la vendetta política y partidaria, no podemos construir el Estado respetado y respetable que queremos exhibir por ejemplo, frente al fallo de La Haya sobre nuestra delimitación marítima con Chile.
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