¿Por qué nos disparamos
a los pies? – (II)
Durante la última reunión de las Naciones Unidas a la que asistió el Presidente Ollanta Humala como uno de los oradores principales para tratar los Objetivos del Milenio (ODM), Ban Ki Moon, secretario general de la ONU, sostuvo que el Perú “es una de las dos naciones que más ha avanzado en el cumplimiento de las metas del Milenio”. Es decir, en todo el planeta hay dos países que han batido récords en reducción de pobreza, desnutrición y mortalidad infantil y uno de ellos es el Perú. Una noticia que debería convocar a los peruanos a un reconocimiento de la buena gestión económica y social de los últimos 13 años. Sin embargo, de alguna manera, la noticia fue omitida por la mayoría de medios de comunicación y líderes de opinión, a excepción del diario El Comercio, que lo incluyó en un pequeño párrafo. ¿Por qué nos negamos a reconocer nuestros logros? ¿Cuándo dejaremos de dispararnos a los pies?
Semejante silencio contrasta con el rebote mediático y la participación de algunos políticos luego de que Rebeca Arias, representante del PNUD en el Perú (una organización dependiente de Naciones Unidas, presentará los logros del país en cumplimiento de las Metas del Milenio, tal como se dice popularmente, bajándole la llanta a los logros del Perú. Los medios le cargaron las tintas al retraso del área rural con respecto a la urbana en el cumplimiento de las metas de las Naciones Unidas no obstante que el Perú ha logrado en el 2012 cumplir la mayoría de los Objetivos del Milenio establecidos con la ONU para el 2015, es decir, tres años antes, en cuanto a pobreza, mortalidad infantil y desnutrición, entre otros. No se trata de negar que nos falta mucho por hacer, pero muy diferente es querer aguar una merecida fiesta social del país.
Para algunos, pues, más importante es el pesimismo de una funcionaria local de la ONU que las propias declaraciones del Secretario General del máximo organismos mundial. Sin pretender juzgar a los demás, no le encontramos una explicación apropiada a semejante conducta. Algunos sostienen que el periodismo tiende a buscar la noticia impactante, lo cual es verdad. Y lo que más impacta pareciera ser lo negativo. Quizá haya algo de verdad en semejante afirmación, pero eso no justifica que se desinforme.
No ser riguroso con la información del país y no hacer un buen balance de nuestros logros es muy pernicioso, pues abre las puertas a dudas infundadas y a propuestas de políticas públicas que podrían interrumpir los procesos positivos que vienen alentando las mejoras indicadas.
Otro ejemplo de cómo ocultamos las victorias se refleja en una reciente entrevista del diario Gestión a Alejandro Werner, director del FMI para América Latina. En la pregunta del diario se dice lo siguiente: “Considerando que gran parte del crecimiento registrado por la economía peruana se produjo por los mayores precios de las materias primas y no por el aumento de la productividad, ahora que las condiciones son más adversas, ¿qué debería ocurrir en el Perú para evitar un mayor deterioro de la economía?” Ante semejante interrogante el funcionario del FMI responde: “…también es cierto que ha habido un incremento importante en la productividad asociado con el alto nivel de inversión extranjera y la transferencia de tecnología que ello conlleva. Un estudio que publicamos recientemente en el FMI muestra que el Perú experimentó un aumento significativo de la productividad en la última década”.
Negar el incremento de la productividad en el país es negarle una de las principales potencialidades de nuestro modelo económico. El crecimiento de nuestra economía ha estado liderado por el incremento de la productividad más que por los precios de las materias primas, tal como se puede apreciar de la información del INEI y de los estudios del IPE. No podemos, pues, seguir ocultando nuestras victorias y sembrando el desconcierto en medio una ofensiva general contra la pobreza. Persistir en el error es engordar a quienes les interesa que la pobreza se mantenga para tener “una base social” de sus proyectos políticos estatistas.
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