Massa: “Ser o no ser, esa es la cuestión”
Los primeros problemas con candidatos y análisis que complican al intendente de Tigre. La AFIP investiga a Lorenzetti e hijos. Los siete ministros denuncian presiones. Pidieron el dictamen sobre el cepo cambiario. Se tensa la cuerda política.
Desde el espacio de tiempo que existió entre la expectativa y el promovido anuncio de la aceptación de la candidatura a diputado nacional por fuera del peronismo legalizado, Sergio Massa jugó a convertirse en el ariete para sacar a Daniel Scioli del escenario y volcarlo -¿definitivamente?- en los brazos del kirchnerismo y su dudosa suerte electoral. Coincidentemente, la candidatura del tigrense cumplió con claridad con una objetivo favorable a Cristina: sacarle votos a Francisco de Narváez y quitarlo a Mauricio Macri de la provincia de Buenos Aires, al menos, por el momento. Pero los problemas surgidos desde la aparición competitiva de Massa y la lucha de candidatos de todo pelaje que pueden aparecer promovidos por cualquier partido y formar toda clase de alianzas, sin ideas ni programas, puso en evidencia la enorme crisis que afecta la representatividad política. El Justicialismo se presenta con distintas siglas y medio en serio, medio en broma, se dice que la marcha partidaria modificó parte de su contenido. Por ejemplo, “todos unidos triunfaremos” se reemplaza por “todos divididos triunfaremos”, circunstancia que viene de años atrás cuando aparecieron, disfrazados, peronistas de ultraizquierda y mucho después fueron tres candidatos peronistas quienes se disputaron las elecciones. La conclusión es que el peronismo se muestra como instancia de solución obligada, aunque en los hechos el Justicialismo ingresó en una etapa de grandes tensiones internas que pueden ser definitivas. ¿Habría tolerado Perón una propuesta como la del Frente para la Victoria, que abandona a los sectores más necesitados victimizándolos con la inflación, en tanto se quiere modificar los valores y pensamientos que siempre caracterizaron a los niveles medios? Perón concluyó su vida política con grandes cambios en su trayectoria y decidió con gran contundencia enfrentar a la subversión, la misma que el kirchnerismo distingue en el primer plano histórico. La mezcla de esta antigüedad, que también reverdece en otras geografías regionales, es el signo del resentimiento y la ingobernabilidad que padecemos. Los muertos civiles, de la Gendarmería, de la Prefectura y de todas las Policías, marcan una inseguridad que no se puede contener y cumplen el papel del terrorismo setentista, ahora enriquecido con el narcotráfico. El fenómeno nos retrotrae a otras épocas, aunque hay que ponderar las primeras expresiones orientadas a superar el pasado, al margen de las palabras tajantes e hirientes de la presidente de nuestra ex República, que baila el Himno Nacional con tonada de candombe.
¿Subrayará y enfrentará Massa durante su campaña estos disvalores? ¿Se hará eco del resentimiento y agresividad con que se expresa el oficialismo? Dijo que se opone a la reelección y cambios en la Constitución Nacional, pero en su lista lleva candidatos de claro origen kirchnerista que deberían comprometerse de manera contundente, junto con el tigrense, a respetar éstas y otras propuestas electorales. Lo dicho es imprescindible si Massa quiere mantener el porcentaje superior al 40 por ciento de los votos en el distrito bonaerense, clave para aspirar al 2015, que cada vez parece más lejano junto con el reclamo popular de “que se vayan todos”. ¿Encarará Massa al insólito activismo de La Cámpora, de Unidos y Organizados, del Vatayón Militante y de otros grupos pequeños pero rentados, con armas y amenazas que incluyen escraches a ministros de la Corte Suprema? Ahora Massa tiene una buena oportunidad para pronunciarse. Es un hecho que Cristina está enfrentada con la Justicia, a la que quiere controlar en términos absolutos. Ayer mismo, los siete ministros de la máxima institución de nuestra Justicia se reunieron para rechazar la acción de la AFIP contra Ricardo Lorenzetti, sus hijos y el contador del primero, Héctor Daniel Demarchi. Los ministros no ocultaron la indignación que los llevó a expresar que se sienten presionados. ¿Se sumará Massa a las denuncias que con seguridad pronunciarán los dirigentes de otras agrupaciones sobre este escándalo? La oportunidad para no detenerse a pensar en el presupuesto que requiere la Municipalidad que dirige es única y concurrentemente podrá anunciar que se opondrá, con el resultado electoral que espera, a que la Cámara de Diputados se pronuncie a favor de las medidas que desea Cristina. Sus votantes esperan que ratifique los anuncios que hizo al candidatearse y que asuma claramente la actitud y pensamientos que con urgencia requiere la situación Argentina. ¿Lo hará?
Al hablar de crisis y de la respuesta que merece la degradación integral de nuestra Patria, son múltiples los temas de fondo sobre los que deberá girar la propuesta de Sergio Massa, que reúne responsabilidades irrecuperables si no las asume. Dentro de muy poco es posible que la Corte Suprema falle sobre el cepo cambiario, que altera el libre ejercicio de los componentes de nuestra castigada economía. El organismo le pidió a la jefa de los fiscales, la kirchnerista Alejandra Gils Carbó, que eleve su dictamen sobre este espinoso asunto que puede ser declarado inconstitucional. Obviamente, si la Corte resuelve a favor de la libertad cambiaria, la economía enfrentará modificaciones substanciales. ¿Cuál será la propuesta de Massa? ¿Cuál es su pensamiento económico? ¿Y en política exterior? Su mejor antecedente es la exitosa gestión en el Tigre, un tema que probablemente sea puesto en duda con carpetas que, dicen, le servirán al gobierno, más antes que después, para presionarlo. Es un problema preocupante que habría conversado con Scioli en las tres reuniones secretas, que los llevó a evaluar lo que sucede, las alteraciones mentales de Cristina, deshacer la alianza que tenían proyectada para crear una referencia ganadora y tomar rumbos distintos e inexplicables. El tiempo dirá si son tan opuestos como parece. En el tembladeral que surge en el escenario, donde el enfrentamiento de Cristina con uno de los poderes del Estado promete alturas insospechadas, la pregunta que inmortalizó Shakespeare corresponde planteársela al nuevo líder político que, como algunos otros, saltó de la UcDE al justicialismo y de allí al kirchnerismo, que lo ungió jefe del Gabinete Nacional. Desde allí presentó el polémico proyecto de Ley de Medios, un tema que siempre le recordará De Narváez. Su compañero en la lista y que también ocupó el mismo cargo ministerial, Alberto Fernández, dijo ayer que es necesaria una alternativa para la tragedia que vivimos. Habló en términos más benévolos, pese a que la tragedia tiene como referencia central la mayor corrupción que registra nuestra memoria. ¿Propondrá Massa como eje de su campaña, que a los culpables se los castigue, sin excepción, con todo el peso de la Ley?
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