PREOCUPACIONES: EL DIFERENDO POR: Alfredo Stecher
Expreso mi total acuerdo con el artículo de mi amigo Carlos Basombrío, Todo se hizo bien, que resalta como ejemplar el desempeño, con continuidad, de nuestros últimos gobiernos, sus ministros de relaciones exteriores y del equipo a cargo de nuestro alegato, y que nuestra clase política, con pequeñas excepciones, estuvo inusualmente a la altura de las circunstancias.
No se puede decir lo mismo de una parte de nuestra prensa. La revista semanal chilena Cambio 21 (también diario digital) publicó hace unas semanas en primera plana varias fotos de primera página de nuestros diarios La Razón y El Men, que tienen titulares belicistas y absurdos respecto del diferendo marítimo con nuestro vecino. Ambos periódicos nuestros son ejemplos groseros de prensa basura sin un rastro de ética, solo interesados en aumentar tiraje e ingresos. Una sinrazón repugnante y un machismo delirante.
Cambio 21 tiene una temática amplia y principalmente seria, de orientación favorable a la izquierda de la Nueva Mayoría de Bachelet, pero también recurre al sensacionalismo –pero reactivo, no provocador-, y esa primera plana seguramente aumenta sus ventas. Recientes portadas del semanario son Delirio bélico peruano, con muchas fotos de primeras páginas de pasquines peruanos, y Preparados para lo que sea, con alusión a lo que consideraron una actitud provocadora de Alan García. Un 45% de sus lectores se declara a favor de acatar el fallo y un 36% a no implementarlo o a desconocerlo. También en Chile falta mucha pedagogía política.
La prensa sensacionalista contribuye a envenenar el ambiente político, azuzando odios y rencores, cuando necesitamos promover más el respeto mutuo y la paz interna y externa. No es más que la continuación de políticas y actitudes ya más que seculares de fomento del nacionalismo retrógrado, que solo favorecen a populismos y militarismos. Esto se sigue expresando también en la enseñanza de historia en muchos libros de texto y escuelas con una visión chovinista. Cualquiera de nuestros tantos problemas internos es más relevante que ese espacio marítimo en cuestión, por más que sea deseable y que al parecer sería justo que nos den la razón al menos en parte.
Es cierto que nuestro país sufrió mucho por la ocupación chilena y por la pérdida de grandes territorios, pero muchos otros países han sufrido igual o más en tiempos mucho más recientes y sin embargo han logrado superar los enconos, enterrar el belicismo y cooperar de manera sistemática. El mejor ejemplo es la Unión Europea, unión de países con millones de muertos en las dos guerras mundiales, algunos con pérdidas de territorios, de países con mucho menos elementos en común que el Perú y Chile. Y otro ejemplo es la relación entre Estados Unidos y México –que perdió la mitad de su territorio, pero, como nosotros en las últimas décadas, ha terminado asumiendo ese resultado de errores históricos y busca aprovechar lo positivo de su vecindad.
Y hay en Chile frecuentemente conductas soberbias, también en sus relaciones internas, pero nos conviene a ambos morigerarlas y no atizarlas.
Acentuar lo que nos separa genera el caldo de cultivo para quienes quieren pescar a río revuelto, civiles o militares, por intereses subalternos e irresponsabilidad política, o por ceguera. Felizmente el Gobierno y la clase política ofrecen acatamiento y el Consejo de Seguridad Nacional convocado por Piñera llama a no hostigar a los peruanos y ofrece protección a empresas y entidades peruanas, lo que debemos corresponder.
Mi expectativa es que nuestros dos países, cualquiera sea el resultado del diferendo, mantendrán la política de Estado, de acatamiento de la decisión del Tribunal Internacional, y evitarán afectar nuestra amistad e intereses comunes. Habrá más tensiones, pero estoy seguro de que primará la sensatez.
Nuestra estrecha relación parte de enormes afinidades culturales y sociales y de ser vecinos, y es aún más importante ahora por ser ambos partícipes de la Alianza del Pacífico, que podría permitirnos competir y cooperar en mejores condiciones en los escenarios económicos y políticos internacionales. Ojalá se consolide y se amplíe progresivamente al resto de América Latina.
Saludo las iniciativas de intelectuales y de académicos peruanos y chilenos por fomentar la paz y la solidaridad entre nuestras naciones y todo otro gesto en este sentido. Destaco la publicación del libro Las historias que nos unen, de Sergio González y Daniel Parodi, de una treintena de académicos, principalmente historiadores, de ambos países. Comparto el llamado de Basombrío a no caer en el patrioterismo.
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